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    UN LARGO VIAJE A TRAVÉS DEL REVUELTO SIGLO XX, del Brigadista Internacional Austríaco Gerhard Hoffmann. – 5. DE LA ESCUELA A PRESIDIO

    La vida del autor en su país durante los años 30 son en el contexto del régimen de Dollfuss y los posteriores a la anexión de Austria por la Alemania nazi. Destacan su participación en movimientos revolucionarios antifascistas, las normas antijudías y su experiencia en prisión.

    Me tocaba volver a la escuela como si nada hubiera ocurrido. Privados de sus locales de encuentro, los socialistas se reunían en los parques y las vegas del Danubio, jurando venganza contra Dollfuss y su gobierno. Muchos socialistas se adhirieron a nuestro grupo desilusionados por sus líderes. El Primero de Mayo de 1939 se celebró en un bosque de Viena la solemne unión de los jóvenes socialistas con los comunistas, resueltos a permanecer unidos en la lucha contra el régimen fascista.

    El 2 de mayo, para evitar las manifestaciones obreras, el régimen había programado un desfile en el Ring, la gran avenida de Viena, con Dollfuss y su ministro del interior, el conde de Starhemberg; la juventud en edad escolar estaba obligada a asistir al mismo. Los jóvenes allí congregados se burlaron del régimen aplaudiendo frenéticamente al pasar un cartero con su vistoso uniforme mientras permanecían en riguroso silencio al desfilar el dictador y su séquito montados en caballos blancos.

    No me quedaba tiempo para la escuela; había reuniones, se distribuían diarios clandestinos, teníamos que recoger las contribuciones para los compañeros encarcelados y visitar a los nuevos adeptos. Pasábamos los fines de semana en las vegas del Danubio o recorriendo las montañas. Solíamos cantar nuestras canciones y recaudar entre el público fondos para el Socorro Rojo puesto que había quien sacrificaba veinte céntimos de su magro presupuesto para mostrar su simpatía mientras otros nos insultaban.

    El gobierno de Dollfuss, enfrentado con la izquierda y con los nazis que promulgaban la unión con Alemania, buscó apoyo internacional encontrándolo en Mussolini, que preparaba su aventura en Abisinia y le convenía favorecer un régimen afín al suyo en el país vecino. Acosados por los nazis, los gobernantes encarcelaron a miles de opositores o les encerraron en un campo de concentración erigido a propósito cerca de la capital. Allí estaba mi hermano y, qué coincidencia, también mi futuro suegro, que había sido funcionario del sindicato y diputado en el parlamento.

    Durante los años precedentes a la anexión, los nazis incrementaron sus actividades antigubernamentales asistidos desde Alemania. El 25 de julio de 1934, un grupo de la clandestina SS atacó la cancillería, matando a Dollfuss en presencia de su ministro de interior, un tal Mayor Frey, que estaba negociando la rendición de los atacantes desde el balcón. Su papel quedó en entredicho, suicidándose dos años después.

    Régimen de Dollfuss y anexión de Austria por la Alemania nazi

    Recientemente un historiador encontró una referencia de este grave incidente en el diario de Goebbels, revelando la implicación personal de Hitler en el ataque nazi a la cancillería, lógicamente silenciada por los servicios alemanes. En un primer contacto en junio de 1924, Hitler se encontró con Mussolini en Venecia; ambos se reunieron a solas, sin intérprete, durante varias horas y Hitler salió convencido de haber logrado la aprobación de Mussolini para sustituir  a Dollfuss como jefe de gobierno en Austria, colocando en su lugar a un personaje de la derecha germanófila apellidado Rintelen. Obviamente los dos dictadores se habían malinterpretado; Mussolini, que apenas conocía el alemán, se vio expuesto a una larga parrafada a la que respondió “Ja” para no tener que admitir que no había entendido nada. En Berlín creían poder iniciar el golpe en base a este ilusorio acuerdo. En respuesta al ataque de Viena, Italia movilizó a sus tropas mandándolas a la frontera. En Alemania, Hitler y los suyos se asustaron ya que no estaban preparados para afrontar un conflicto internacional.

    En la cárcel nos encontrábamos junto a nuestros enemigos nazis frente al mismo común adversario. Para los antifascistas era una situación absurda. Cabe contar aquí un extraño episodio con varias consecuencias.

    En verano de 1935 la policía me apresó en una manifestación metiéndome en la cárcel durante cinco semanas, tiempo que pasé en la celda juvenil junto a unos veinte socialistas, comunistas y nazis. Allí el calor era sofocante y la dirección no permitía que se abriese la ventana, por lo que nos declaramos en huelga de hambre. Yo tenía casi dieciocho años y me nombraron portavoz. Apareció el director, un alto funcionario de policía, amenazándonos con su porra y me puse enfrente exponiéndole nuestras exigencias. Nos ordenó salir de la celda y que nos colocáramos a la derecha los que estuviéramos a favor de la huelga y a la izquierda los que no. Salí yo primero y para mi alivio todos se colocaron tras de mí. Se abrió la ventana. Al vernos ganadores nos abrazamos felices; quien se mostraba más feliz era un nazi, un muchacho alto, rubio, de ojos azules, el típico germano. Su suerte era trágica: diez años más tarde, acabada la guerra y derrotado el nazismo, se presentó en mi casa contándome que tras el Anchluss se le exigió una prueba de sangre aria, Ariernachweis, y el pobre supo que su padre era de ascendencia judía, cosa que la familia desconocía. Desde entonces tuvo que soportar todas las humillaciones reservadas a los de “sangre impura”.

    Bandera Frente Patriótico Austria

    Además, entre los jóvenes comunistas de la celda había un muchacho obrero detenido por distribuir periódicos clandestinos. Era Ferdinand Hackl[1], un buen amigo y compañero brigadista fallecido recientemente a los noventa y un años, en cuyo funeral pude evocar nuestra temprana gesta,

    Y no termina aquí. Al caer el gobierno austríaco, sus altos funcionarios fueron enviados a los campos nazis. Así es que el director de la cárcel, el de la porra, compartió infortunio con sus antiguos reclusos en el campo de Dachau.

    Sin embargo la aventura guerrera de Mussolini provocó sanciones de la Sociedad de naciones y un acercamiento entre Hitler y Mussolini, en detrimento de la protección garantizada al gobierno austríaco mientras que, obviamente, ninguna potencia europea estaba dispuesta a acudir en ayuda del país amenazado por la agresión alemana.

    Al salir de la cárcel me acogió un liceo a pesar de la nota escrita por la policía en mi expediente y tuve que seguir con Tácito y las fórmulas matemáticas. Corría 1937 y en Núremberg se promulgaron las leyes antijudías que dos años más tarde me convertirían en un ser sin derechos civiles. No recuerdo ninguna manifestación antijudía en mis años escolares.

    En la clase éramos treinta alumnos, unos veinte muchachos y el resto, chicas. Pasados cincuenta años me invitaron a una reunión de exalumnos a la que asistieron diez de ellos. No reconocí a ninguno pero me contaron la suerte de algunos de los compañeros de clase.

    Ebner, primero en matemáticas, buen compañero y nazi convencido, fue voluntario al frente en 1941, resultó herido en el frente ruso y regresó al liceo pero volvió al frente para no regresar jamás. Uno de los presentes en la reunión juraba haberse ofrecido para procurarle el certificado de mutilado no apto para el servicio pero Ebner lo rechazó, prefiriendo morir por su patria.

    La primera de la clase era una chica morena, tranquila, muy inteligente, de religión hebraica (solía salir con los cuatro no católicos que abandonábamos la clase mientras se impartía religión católica). Pereció en un campo de concentración.

    Otra compañera, una rubia muy tímida, de ascendencia judía perteneciente a una secta evangélica, se hallaba en la reunión y nos contó que tuvo que emigrar a Brasil con su familia, narrándonos los duros años de exilio, desconociendo la lengua del país y  careciendo de recursos.

    En una conferencia en junio de 1936, el gobierno de Kurt Schuschnigg que a la muerte de Dollfuss le había sucedido como jefe de gobierno, acordó con Hitler que Austria, como “segundo estado alemán” se alinearía con la política exterior del Reich ofreciendo semilegalidad al partido nacionalsocialista clandestino.

    Leyes de Núremberg
    Leyes Núremberg

    Entretanto yo languidecía por las mañanas en el liceo mientras que por las tardes y noches acudía a las actividades políticas. Por aquel entonces se proyectaron dos películas que nos entusiasmaron. Una era Cheliuskin, un documental sobre una expedición polar soviética, en el que por un momento aparecía Stalin saludando a los expedicionarios a su regreso. La otra, Viva Villa, tenía una corta e impresionante escena, que luego fue censurada, en la que podía verse a los campesinos mejicanos sacando los fusiles de su escondrijo para luchar contra la tiranía. Nosotros, como ellos, anhelábamos una sociedad mejor, socialista, y censura alguna podía quitarnos nuestro juvenil entusiasmo. Cuanto romanticismo, ¿verdad? Así suelen nacer los movimientos que desembocan en transformaciones históricas. Al ganar el poder y constituirse los ejércitos revolucionarios populares, con su rígida estructura, aparecen los líderes pragmáticos y se desvanece el romanticismo. Pero Viva Villa era un film excelente y Wallace Berry un gran actor.


    [1] Ferdinand Hackl. (Viena, 1918- Viena, 2010). Miembro de las Juventudes Comunistas desde los 14 años, encarcelado en 1935 por el régimen fascista del canciller Dollfuss. Miembro de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española desde 1937, luchó en varios frentes del sur y el centro y en la defensa de Barcelona acabando en los campos del  sur de Francia, Saint Cyprien y Gurs. Cayó en manos de la Gestapo siendo prisionero en Dachau hasta 1945.

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    UN LARGO VIAJE A TRAVÉS DEL REVUELTO SIGLO XX, del Brigadista Internacional Austríaco Gerhard Hoffmann. – 4. APRENDO LATÍN Y OTRAS COSAS

    En Viena el autor ingresa en un colegio jesuita, donde recibe una educación tradicional y se interesa por la historia. En un periodo de crisis económica, comienza a participar en los movimientos comunistas del país y vive el ascenso del fascismo. Menciona a su hermano que estuvo en la Marina.

    En vísperas de mi décimo cumpleaños, el 20 de mayo de 1927, Charles Lindbergh cruzó el Atlántico, señalando la consolidación del mundo occidental tras las convulsiones de la Gran Guerra y abriendo paso al formidable fenómeno de la apertura de los cielos.

    En 1927 la Unión Soviética apenas contaba diez años de existencia y estaba aislada en un mundo hostil, fracasado el sueño de la Revolución Mundial. Unos pretendían que los rusos vivían felices mientras otros afirmaban que allí reinaba la miseria. Trotsky era eliminado y se anunciaba el primer plan quinquenal. El mundo se dividía entre adoradores y detractores de Stalin. La propaganda soviética, en vez de admitir las difíciles condiciones del país explicándolas como consecuencia de la larga guerra civil, afirmaba en su torpe propaganda que los ciudadanos eran felices en la sociedad socialista creada.

    Colegio años 20

    Inicié una nueva etapa, el liceo clásico. Era un instituto al viejo estilo en el que había que obedecer ciegamente a los profesores. Cuarenta años después mis hijas asistieron a la misma escuela y afortunadamente habían desaparecido tales rasgos. En mis tiempos, durante el recreo se solía pasear por el parque vecino bajo la severa vigilancia de los profesores y ¡Ay del que se apartase del camino! Yo era un año menor que el resto de la clase cosa que me colocaba en desventaja desde el principio; hasta los catorce años me encontraba entre los tres alumnos más pequeños y débiles. Fallaba en varias materias, sobre todo en latín, de manera que tuve que repetir varias veces, cosa que a fin de cuentas me permitió conocer bastante bien esta lengua. El esfuerzo valió la pena ya que me facilitó aprender italiano, español y francés.

    En 1929 seguía los estudios con poquísimo entusiasmo cuando al despertar encontré la cama de mi hermano vacía. No cabía duda ¡Wolfgang se había escapado! Lejos de entender los motivos de tal decisión le envidiaba por ello y deseaba imitarle. A ambos nos animaba el ansia de salir del confortable hogar de nuestra burguesa familia para entrar en el áspero mundo de las aventuras arriesgadas. Nuestra madre no comprendía estos anhelos, nos amaba con un cariño sin parangón, dispuesta a cualquier sacrificio. Pasaba horas mirando la carretera por la que Wolfgang debería volver si, tal como ella esperaba, las adversidades le obligaban a ello.

    Pero Wolfgang no volvió. En una breve carta que escribió desde Leipzig daba una lacónica explicación y pedía ayuda. Explicaba que intentaba hacerse marinero. Papá le proporcionó el contacto con una pequeña compañía de navegación austríaca radicada en el puerto de Hamburgo. En mayo de 1920 Wolfgang viajaba en el velero motorizado Steiermark surcando las aguas del Báltico, iniciando así su carrera de marinero. Sus primeras experiencias en aquel minúsculo barco mercantil a lo largo del litoral noruego debieron ser muy duras. Tuvo que soportar un trabajo al que no estaba acostumbrado, las guardias nocturnas, el mal de mar, la lengua que hablaban (se trataba del platt, parecido al holandés), las rudas costumbres y las burlas de sus compañeros.

    Pero Wolfgang superó todas las contrariedades y en sus cartas describía las bellezas de los fiordos noruegos, el sol de medianoche y su vida diaria en el barco. A los tres meses estaba perfectamente aclimatado.

    En octubre de 1929 sobrevino el Crac de la Bolsa de Nueva York y el mundo no tardó mucho en sufrir sus consecuencias. Los que habían perdido súbitamente el trabajo ya no consumían y la marina mercante no tenía mercancía que trasportar. Si no hay quien compre ¿qué productos se van a transportar? Es un círculo vicioso.

    Crisis años 20

    A principio de 1930 los puertos alemanes se habían convertido en cementerios navales y los marineros aguardaban desesperados a que zarpase algún barco. A Wolfgang la crisis le pilló en Danzig. Pasó los meses siguientes entre miles de marineros en busca de empleo sin que mejorase la situación. Allí se originaron sus primeros contactos con el sindicato comunista R.G.O. (Revolutionäre Gewerkschafts-Oposition).

    En vistas del aspecto desastroso de Alemania en el momento álgido de la crisis, Wolfgang decidió volver a Viena. Pero en su ciudad natal las cosas eran igual de desesperadas, la crisis llevó a los trabajadores a situaciones absurdas: las calles se llenaron de mendigos, las cárceles de ladrones y estafadores, formándose largas colas en la puerta de los conventos donde repartían sopa caliente.

    A Wolfgang le resultaba fácil explicar esta situación de escasez en un mundo en el que reinaba la abundancia. La culpa era del capitalismo y la solución propuesta por los comunistas era la revolución y la socialización de la producción. Es lo que habían hecho en Rusia, el primer país socialista; una sociedad sin explotación de los que contribuyen al bien común con su trabajo. El análisis era sencillo y la solución lógica.

    En marzo de 1932 las estadísticas indican que en Austria había un millón de parados de una población de seis millones. En Inglaterra eran veinte y en Alemania doce millones. En toda Europa los jóvenes, victimas desesperadas de este inhumano y absurdo sistema, anhelaban el gran cambio, fuese cual fuese.

    En otoño de 1931 asistí a una célula comunista[1] con mi hermano. Con apenas catorce años no comprendía nada. Sin embargo, en casa discutíamos con nuestro padre, resuelto partidario de Otto Bauer, que defendía una posición izquierdista como hizo Largo Caballero en España. Para nosotros sólo había dos alternativas: la Revolución que acabaría de una vez por todas con las adversidades de nuestra sociedad o las reformas que predicaban los socialdemócratas y mi padre, que equivalían a capitular frente al capitalismo.

    A mediados de 1932 establecí mi primer contacto con la Juventud Comunista[2]. Se reunieron quince personas en un sombrío sótano, jóvenes de claras convicciones. Cada uno de ellos merece su propia biografía. Recuerdo a un dotado orador, apodado “Gitano” por su aspecto algo moreno que, más tarde, fue soldado de la Wehrmacht y perdió un brazo en el frente ruso, absteniéndose de cualquier actividad política después de la guerra. Otro era rubio, de cuerpo hercúleo, el prototipo germano, resuelto luchador antinazi que murió víctima de ellos. A una de esas compañeras de sótano, hija de un abogado, volví a verla cincuenta años después; era una vieja seca que se negó a admitir que alguna vez hubiese simpatizado con los comunistas y haber estado en brazos del rubio. También había uno al que, sin desprecio alguno, apodábamos “Judío” por su fisonomía; procedía de aquellas Baumgarten Baracken anteriormente citadas y fuimos amigos hasta bien pasada la guerra.

    El colegio me resultaba cada vez más molesto ¿qué me importaban a mí la biografía de Cicerón o las odas de Virgilio que me exigían aprenderme de memoria? ¡Y las fútiles fórmulas matemáticas, la mineralogía y la química? Hoy acepto los conceptos de saber universal y de educación humanista pero a los dieciséis años me parecían absurdos. Sin embargo había una materia que me fascinaba, la historia. El profesor era un dotado pedagogo pero los alumnos no le prestaban atención y tuve que disciplinar a la clase para poder escucharle.

    Pasábamos los fines de semana en las lindas vegas del Danubio, reunidos alrededor del fuego, cantando nuestras canciones revolucionarias y desafiando a la policía. O recorríamos el bosque de Viena acompañados por las mandolinas ¡Qué fácil es motivar a un muchacho de dieciséis años! De esos encuentros juveniles nacieron estrechas amistades que perdurarían en las prisiones, la guerra y los campos. Eran los compañeros que sólo cuatro años después volverían a encontrarse en la batalla del Ebro.

    El 11 de enero de 1934 pasé  mi primera noche en prisión. Lo recuerdo porque era el cumpleaños de mi madre. Esa noche los nazis hicieron explotar sus bombas en lugares públicos y me apresaron por error, pasando la noche en la comisaría ubicada en el sótano del palacio de Schoenbrunn, que con toda seguridad la emperatriz María Teresa no había destinado a tan lúgubre uso. Me soltaron a la mañana siguiente. Pasé varias veces por tan terrible lugar durante los años siguientes, al ser atrapado por la policía por mis actividades conspirativas.

    En aquel momento mi hermano también estaba en prisión por su participación en una manifestación contra el hambre en Nochebuena, organizada por el Partido en un mercado y en la que rompió un cristal al arrojar una piedra envuelta en papel de regalo y soltó algunos de los gansos que allí se exhibían. Una disparatada locura con la vana esperanza de llamar la atención. Ceo que Wolfgang participó en ella más por disciplina que por convicción.

    Militarismo y ascenso del Fascismo

    En la vecina Alemania había acabado el primero de los mil años del “Imperio” de Adolf Hitler, llamado por el presidente de la República, el viejo Hindenburg, para gobernar el país en plena legalidad constitucional. En Austria el ascenso al poder de Hitler suscitó muy poco entusiasmo; por aquel entonces ya reinaba en el país su variante alpina, el dictador fascista Engelbert Dollfuss y se avecinaba el gran enfrentamiento entre el gobierno y las organizaciones obreras.

    La mañana del 12 de febrero de 1934 se apagaron las luces de la ciudad; la huelga de la central eléctrica era la señal convenida por las formaciones paramilitares del partido socialdemócrata. Los jóvenes comunistas de  nuestro grupo nos reunimos presentándonos en el punto de encuentro del Schutzbund[3] más cercano, dispuestos a defender la legalidad democrática contra Dollfuss. Nos aceptaron asignándonos un puesto de guardia en un cruce. Nos entregaron un fusil sin enseñarnos a manejarlo y allí quedamos, resueltos a cumplir nuestra misión. Pasó una hora sin que nada se moviese, media hora más tarde fuimos al mando a ver qué pasaba y resultó que ¡se habían ido a casa sin avisarnos! De haber pasado una patrulla de policía encontrarnos con el arma en la mano hubiese sido motivo suficiente para abatirnos en el acto.

    Las luchas acabaron a los tres días con la derrota de los nuestros, dejando más de noventa muertos en las calles y una docena de ajusticiados. Eran jornadas de lucha desesperada, de heroísmo y entrega a la causa pero también de incapacidad y pura traición. Entre los dirigentes socialistas hubo pocas excepciones, pagándolo con sus vidas, como el líder del partido en Estiria, Koloman Wallisch, y el vienés Karl Muenichreiter, que fueron ahorcados por los fascistas vencedores. La mayoría de los funcionarios se entregaron a las autoridades o huyeron a Checoeslovaquia. Los que lucharon en las calles de Viena, Linz y otros focos de resistencia, iniciaron una larga y trágica odisea que les llevó a la Unión Soviética en 1934, a España en 1937 y, al ser nuevamente derrotados, a los campos de Francia, para terminar el calvario en el campo nazi de Dachau hasta su liberación en abril de 1945.


    [1] Reunión del Partido Comunista Austriaco (KPÖ)

    [2] Juventudes Comunistas Austríacas (KJV)

    [3] Organización paramilitar controlada por el Partido Socialdemócrata austríaco

  • cambio tecnologico - educación - 📚Exemples d'IAG🤖🌱 - 🎬Realitzacions

    Com ‘Imagina’ la #AI : Gegants construint piràmides?

    En un món on la tecnologia avança a passos de gegant, els models generatius d’IA ens ofereixen perspectives sorprenents i, de vegades, inusuals sobre la història. Un exemple recent és la interpretació d’un model d’IA sobre la construcció de les piràmides, suggerint que gegants movien les pedres amb facilitat. Aquesta visió, tot i ser imaginativa i entretinguda, ens recorda la importància de la qualitat i diversitat de les dades que alimenten aquests models. La IA, amb tot el seu potencial, necessita una curada selecció de dades per oferir resultats precisos i fiables, especialment en la interpretació d’esdeveniments històrics.

    És fascinant veure com els models generatius d’IA poden interpretar els esdeveniments històrics a partir de les dades en què s’han entrenat.

    Recentment, em vaig trobar amb una presa única d’un model d’IA sobre com es van construir les piràmides.

    Segons el model, els gegants moveren les pedres amb facilitat.

    Tot i que és divertit i sens dubte imaginatiu, em fa curiositat per les fonts que van contribuir a aquesta interpretació.

    Això planteja un punt interessant sobre la IA: només és tan bo com les dades en què s’entrena. Tot i que la idea dels gegants construint les piràmides està lluny de la precisió històrica (pel que jo sé), destaca la importància d’entendre la qualitat i la diversitat de la informació que alimenta aquests models.

    És un recordatori que la IA, tot i que és potent, requereix una cura acurada de les dades per produir resultats precisos i fiables, sobretot quan es tracta d’interpretar esdeveniments històrics.

    Aportació de Nicholas Nouri

    Nagla Dowidar: És cert, com a egipci amb orígens purs fins a l’antic pharos, us dic que eren gegants. Us recomano que vingueu a visitar els seus temples i museus aquí a Egipte per entendre la seva mida real dels cossos.

    #innovació #tecnologia #futur #gestió #startups

  • cultura - 📚Exemples d'IAG🤖🌱 - 🎬Realitzacions

    La #IA i el dilema de transgredir l’art original

    La intel·ligència artificial #ia no només imita l’art; dóna vida a la història, transformant obres mestres estàtiques en trobades dinàmiques amb el passat. 🤩

    Projectes com DeepArt i altres utilitzen tecnologies de transferència d’estil i deepfake per crear versions dinàmiques de retrats famosos, com ara la Mona Lisa, els autoretrats de Van Gogh o la “Noia amb una arracada de perla” de Vermeer, que ara semblen parpellejar, somriure o fins i tot parlar.

    D’una banda, ofereix oportunitats educatives i d’entreteniment, ja que els espectadors poden relacionar-se amb els temes de l’art clàssic de maneres noves.

    D’altra banda, planteja preocupacions sobre la preservació de la intenció original dels artistes. L’IA té la per remodelar els artefactes culturals on destaca el seu profund impacte en la creativitat, la conservació de l’art i la definició mateixa de l’autenticitat a l’era digital.

    El crèdit i els drets del vídeo estan reservats al propietari respectiu.