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    UN LARGO VIAJE A TRAVÉS DEL REVUELTO SIGLO XX, del Brigadista Internacional Austríaco Gerhard Hoffmann – 11. LOS ÚLTIMOS DÍAS

    El autor narra los días previos al 13 de marzo, marcados por el plebiscito. Había simpatizantes nazis, y una leve mejora económica, pero una pobreza que seguían afectando a la población. Días antes el Ring reunió a miles de personas en defensa de la independencia lo cual preveía que el plebiscito saldría favorable.

    Faltaban pocos días para el 13 de marzo. No puedo decir con certeza cuál hubiese sido el resultado del plebiscito pero es indudable que incluso la mayoría de simpatizantes de los nazis no eran partidarios de entregar el país incondicionalmente, liquidando su independencia y sacrificando su historia milenaria.

    Los meses anteriores se había experimentado una ligera mejoría en la economía del país aunque no bastaba para aliviar los apuros de la gente. Aún había un cuarto de millón de personas sin trabajo, decenas de miles de jóvenes vagaban por los parques frecuentando centros y hogares de asistencia donde se les socorría.

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    Los tres últimos días fueron de gran apuro. El 10 de marzo hubo una manifestación en el Ring bajo el lema de la independencia del país. Tras años de represión, miles de obreros salieron a la calle con sus banderas rojas junto a asociaciones patrióticas y a ciudadanos que, simplemente, se negaban a aceptar la deroga. Las crónicas hablan de cien mil manifestantes; hallándome entre ellos me parecían suficientes para expresar la voluntad del pueblo de defender a su patria. Parecía obvio que el resultado del plebiscito del domingo sería favorable a la independencia.

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    UN LARGO VIAJE A TRAVÉS DEL REVUELTO SIGLO XX, del Brigadista Internacional Austríaco Gerhard Hoffmann – 10. MANDER, S’ISCHT! (¡BASTA YA!)

    El autor describe los eventos del 9 de marzo de 1938 en que se proclamó un referéndum por la independencia de Austria. Aunque el régimen reprimió a los obreros, los socialistas y comunistas decidieron votar “sí” en el referéndum para oponerse a Hitler. La Juventud Comunista se preparó para luchar por su país, conscientes de los riesgos.

    Según dicen, este era el grito del héroe tirolés en la lucha por la independencia contra Napoleón en 1809. Fue el que oyeron los tiroleses reunidos el 9 de marzo de 1938 en Innsbruck, en la arenga de Schuschnigg proclamando un referéndum por la independencia para el día 13 de marzo.

    Este eslogan patriótico nos resultó sospechoso al recordar las reiteradas declaraciones de Schuschnigg considerando a Austria como “el segundo estado alemán”. ¿Acaso no era él ministro de justicia en el gobierno de Dollfuss cuando cuatro años antes se ajustició a los obreros que se habían alzado en defensa de la república democrática? ¿Podíamos confiar en su voluntad de defender al país contra la amenaza de la Alemania de Hitler?

    Los obreros odiaban profundamente este régimen. No eran pocos los que simpatizaban con los nazis, impelidos por el desdén del régimen clerical y reaccionario que dominaba el país desde 1934. Los socialistas y los comunistas deliberaron arduamente sobre cómo reaccionar ante el plebiscito propuesto por un canciller que sabíamos hostil a cualquier reforma democrática. El partido comunista, que no había cesado en sus actividades en la clandestinidad, y el también clandestino partido socialista revolucionario sucesor del socialdemócrata, resolvieron votar SI.

    Otto Bauer, líder de los socialistas, escribió “Los obreros están dispuestos a votar SI contra Hitler y a defender al país contra la agresión extranjera pero no para defender el actual régimen dictatorial” Esta era también nuestra postura.

    La Juventud Comunista se preparó para luchar. Imagen generada por IA

    Durante esos días me reuní con mis compañeros de la Juventud Comunista, resueltos a luchar por nuestro país a pesar de estar alineados con los que en el pasado nos habían perseguido y encarcelado. No era el momento de disfrutar de la libertad recién conseguida. Sabíamos que nos lo jugábamos todo.

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    UN LARGO VIAJE A TRAVÉS DEL REVUELTO SIGLO XX, del Brigadista Internacional Austríaco Gerhard Hoffmann – 8. El ANSCHLUSS

    El autor describe los eventos previos a la anexión de Austria por la Alemania nazi (Anschluss[1]). Hitler convocó y puso un ultimátum al canciller austríaco Schuschnigg para legalizar el nacionalsocialialismo en su país. Pero Austria se negaba.

    La última fase previa a la extinción de Austria como país independiente parece una opereta barata. Hitler citó al canciller austríaco Kurt von Schuschnigg en su residencia de los Alpes bávaros “para resolver los contratiempos surgidos últimamente”. Schuschnigg se presentó en Berchtesgaden y el führer no le dejó pronunciar palabra alguna, reprochándole con fingida excitación la represión de un supuesto movimiento popular a favor de la Alemania nacionalsocialista y las actividades hostiles del gobierno austríaco. Schuschnigg escuchó tales reproches sin poder responder.

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    La filípica de Hitler culminó con un ultimátum exigiendo la inmediata aceptación de unas condiciones inaceptables como el nombramiento como ministro de interior de una persona de confianza de Hitler y la legalización del partido nacionalsocialista.

    Al regresar a Austria todo el mundo exigió a Schuschnigg que se opusiese a entregar el país a su poderoso vecino. Sus propios partidarios, los católicos y las masas obreras, cuyas organizaciones eran reprimidas, se mostraron resueltos a defender la independencia del país.

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    [1] El Anschluss (palabra alemana que, en un contexto político, significa unión, anexión) supuso la incorporación de Austria a la Alemania nazi el 12 de marzo de 1938 como una provincia del III Reich, pasando de Ósterreich a Ostmark (Marca del este). Esta situación duró hasta el 5 de mayo de 1945, cuando los Aliados ocuparon la provincia alemana de Ostmark. El gobierno aliado terminó en 1955 cuando se constituyó el nuevo estado de Austria.

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    UN LARGO VIAJE A TRAVÉS DEL REVUELTO SIGLO XX, del Brigadista Internacional Austríaco Gerhard Hoffmann. ‍7 – DE NUEVO DE LA ESCUELA AL PRESIDIO

    El autor refleja la lucha política y personal en el contexto de guerra y represión a sus 20 años. Narra el seguimiento de las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española y su encarcelamiento en Stein (Austria) donde convive con diversos presos con hambre y falta de intimidad.

    En julio de 1936 nos llegaron las primeras noticias del levantamiento militar en España. En la lejana Austria, bajo un régimen católico fascista, no nos cabía duda alguna de que en España se enfrentaban las mismas fuerzas. Por un lado, el pueblo trabajador defendiendo sus libertades y, por otro, los mismos a los que combatíamos en  nuestro país: los capitalistas, la iglesia católica y las fuerzas reaccionarias. Desde el principio del conflicto seguimos el vaivén de los combates, vibrando con las victorias de las milicias en Madrid y Barcelona, donde jóvenes como nosotros estaban arriesgando sus vidas. Su sacrificio y entusiasmo nos eran muy familiares. En todo el mundo se alzó una ola de simpatía hacia la España republicana y sus defensores.

    Sé que todo no fue armonía en la España en guerra, había muchas rivalidades entre los diferentes grupos que defendían la República, pero en aquellos primeros días los celos se escondían bajo el común deseo de aplastar la revuelta militar, presentándosenos una República unida defendiéndose de los generales golpistas.

    Giraba el dial de la radio poco potente que tenía hasta captar radio Barcelona; sería una emisora del POUM[1] que emitía canciones revolucionarias y relataba los movimientos de los frentes. Me procuré Mil palabras de español progresando rápidamente en el idioma gracias al latín aprendido en el liceo. En octubre, cuando llegaron las primeras noticias de la creación de las Brigadas Internacionales que promovía la Tercera Internacional[2], mis compañeros y yo estábamos dispuestos a alistarnos en ellas. Mi plan era ir a España y, una vez ganada la guerra (cosa que no dudaba), casarme con mi rubia italiana y estudiar medicina en Salamanca, donde había una reconocida cátedra de medicina. Pero estos ambiciosos planes sufrieron un repentino revés.

    Bienvenida de las Brigadas Internacionales que fueron organizadas por la Comintern, la Internacional Comunista

    En 1937 cursaba octavo de bachillerato con muy pocas perspectivas de aprobarlo y, con veinte años, ya no tenía ganas de seguir empollando otro año. Me libraron de este dilema dos agentes de policía de paisano que me detuvieron en febrero de este año, sacándome de clase y escandalizando al profesor y a mis condiscípulos.

    El palacio de la gran María Teresa es una joya barroca, ningún turista que visite Viena deja de admirar Schoenbrunn. En el sótano del ala derecha, dedicada a Sofía, primera hija de los emperadores Francisco José y Sissi, se ubicaba la comisaría de policía que ya había visitado en detenciones anteriores[3]. Me hallaba en ese mohoso sótano esperando el primer interrogatorio.

    En la celda había un bonito surtido de ladrones, prostitutas, sospechosos de asesinato y de otros crímenes, mafiosos… un interesante surtido de las capas sociales de la ciudad desconocido para mí.

    Entre los detenidos había un simpático ladrón profesional de unos cincuenta años que había pasado más de la mitad de su vida en la cárcel. Me contó que un día conoció a María, consiguiendo cambiar de vida con ella. Los dos se pusieron a trabajar, ahorraron, construyeron su casa, criaron gallinas y conejos, siendo muy felices. Pero no hay dicha que dure. Un día, al regresar del trabajo, se encontró a María en la cama con un vecino. Se fue sin despedirse y aquella misma noche robó en un estanco, le detuvieron y el pobre diablo acabó de nuevo en comisaría a la espera de una sentencia de varios años de cárcel por reincidente. Era un delincuente pero tenía un corazón de oro.

    También había un abogado, un tipo zalamero que amasó una fortuna defraudando a sus clientes; y otro del que desconocíamos el delito, un tipo simpático e inteligente que solía conversar durante horas con nosotros, jóvenes papanatas, enseñándonos ciertas sabidurías que no habíamos aprendido en la escuela.

    Otro de los compañeros de celda fue Franz K, un comunista con el que mantuve una duradera amistad. Cada uno alababa a su novia, poniéndola por las nubes. Franz se convirtió en médico, casándose con la mujer que amaba y murió en su consulta, atendiendo a un paciente.

    Lo que más me incomodó durante mi cautiverio fue el hambre permanente. Para un hambriento el olor más delicioso es el del pan recién hecho. Era increíble cómo me atraía el olor del pan cuando llegaba el camión de la panadería.

    Entre mis compañeros de cárcel no se hablaba el alemán que hablábamos en casa si no una jerga con un vocabulario específico que tuve que aprender, del mismo modo que mi hermano tuvo que aprender el platt de los marineros de Hamburgo. Al mismo tiempo advertí que las emociones y reflexiones de los habitantes de las cárceles son parecidas a las del resto de la gente.

    Se me acusaba de haber distribuido once diarios clandestinos con contenido de alta traición que habían encontrado en casa de un compañero del grupo. Tales impresos eran de su padre, un activista socialista, pero para protegerle el muchacho dijo haberlos recibido de un tal Gert, cuyas señas desconocía. La policía revisó las listas de sospechosos dando conmigo.

    Fui objeto de un proceso penal que acabó en una condena de cinco años de cárcel. A mis veinte años, cinco eran una eternidad; adiós a España, a casarme…

    La sentencia fue una dura sorpresa. Los jueces no dudaron en seguir las instrucciones del gobierno, tal como hacen bajo cualquier régimen, sea burgués o comunista. Se apeló, pero como era de esperar, el recurso fue rechazado. A principios de agosto fui trasladado al presidio de Stein, conocido por albergar criminales peligrosos.

    Billete de 20 Chelines del 1920 y Prisión De Stein en 1875

    Allí llegamos esposados quince condenados políticos, siendo recibidos por el director, un tal señor Kodré, que nos dio un amable discurso prometiéndonos un tratamiento humano, reconociendo nuestro compromiso político y advirtiéndonos que debíamos abstenernos de relacionarnos con los presos comunes. Ese mismo señor Kodré, en los convulsos días del final de la guerra en abril de 1945, abrió las puertas de la cárcel ante la imposibilidad de garantizar la seguridad y la alimentación de los reclusos. A esto siguió la llamada “caza de conejos”, cuando los campesinos de los alrededores mataron a centenares de prisioneros, mayoritariamente rusos, que buscaban refugio. Para colmo, las SS ejecutaron al propio Kodré.

    Por la noche se nos encerraba de dos en dos en las celdas, pudiendo escoger a nuestro compañero. Durante el día circulábamos libremente por el recinto, jugábamos a voleibol y nos dedicábamos a estudiar. Nunca fuimos molestados. Los presos socialistas y comunistas ocuparon el tercer piso, en el segundo estaban los nazis y entre ambos no había contacto alguno. Como compañero de celda escogí a un comunista tirolés con el que simpatizaba pero en la estrechez de la celda, con un cubo para hacer nuestras necesidades situado en el centro, la imposibilidad de aislarse y la carencia de intimidad en pocos días convirtieron la amistad en un odio incontenible, de manera que debimos separarnos. Hace poco leí el relato de un ajusticiado por los nazis en 1941 por actividades antifascistas. Lo escribía este compañero, Rudolf Badstoeber. Investigué en busca de más detalles de este valiente luchador pero después de sesenta años su rastro ha desaparecido.

    El mismo día de mi detención, el 8 de febrero de 1937, Málaga cayó en manos de la división italiana Littorio y, tres días después, comenzaron los sangrientos combates del Jarama; un mes más tarde los italianos eran derrotados en Guadalajara, de momento Madrid estaba salvada. Desde diciembre de 1936 mi hermano estaba entre los defensores de Madrid y, en aquel momento, se recuperaba de una herida en un hospital de Benicasim. El 26 de abril los aviones alemanes destruyeron Guernica. Se podía prever lo que sucedería en la próxima guerra. Mientras mis compañeros se batían en los frentes de España yo estaba de brazos cruzados en la cárcel.

    Aquel otoño Austria vivía un engañoso respiro de paz. Desconocíamos que el día 5 de noviembre de 1937 Hitler exponía ante sus generales, en un monólogo de varias horas, las líneas básicas de sus planes de expansión cuyo primer paso sería la ocupación de Austria.

    El nuevo año empezó con violentos ataques desde Berlín. El canciller austríaco, Schuschnigg, imploraba ayuda a las potencias occidentales sin recibir respuesta alguna.


    [1] POUM: Partido Obrero de Unificación Marxista fundado en 1935, de orientación anti estalinista. En realidad, Radio Barcelona, igual que Ràdio Associació de Catalunya, quedó bajo el paraguas del Comisariado de Radiodifusión creado por la Generalitat de Catalunya al estallar la guerra.

    [2] Tercera Internacional: organización comunista fundada en 1919 que agrupaba a los partidos comunistas de distintos países

    [3] Hoffmann se convirtió en un habitual de Liesl, la prisión de Elisabeth-Promenade en Viena donde fue encarcelado en cuatro ocasiones: la primera vez fue arrestado por error al ser confundido con un militante nazi; la segunda vez pasó tres semanas entre rejas; la tercera vez fue encarcelado durante cinco semanas junto a su amigo Ferdinand Hackl por llevar a cabo acciones de propaganda. Sin embargo, los cargos se tornaron más serios el 8 de Febrero de 1937, cuando fue condenado a cinco años de cárcel por alta traición tras ser sorprendido distribuyendo diarios clandestinos de contenido revolucionario que invitaban a derrocar al gobierno fascista.

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    UN LARGO VIAJE A TRAVÉS DEL REVUELTO SIGLO XX, del Brigadista Internacional Austríaco Gerhard Hoffmann. – 3. MOCEDAD TRAS UNA GUERRA PERDIDA. Los años de entreguerras

    Tras la IGM, Austria se convierte en una república democrática. El autor narra la vida en Viena durante los años de entreguerras tras una guerra perdida, destacando las dificultades, los cambios sociales, el antisemitismo y el papel de la Cruz Roja Americana.

    Mis primeros recuerdos datan de los años veinte del pasado siglo y constan de las habituales penurias de posguerra, la inflación y los mutilados de guerra que vagaban por las calles.

    Como muchos niños de mi vecindad me veo en una larga cola delante de la Cruz Roja americana instalada en una escuela de mi barrio con un cacharro en las manos. Allí nos echaban un cucharón de una espesa sopa de judías con cebada mondada, plato hoy desaparecido pero que me resultaba francamente sabroso a mis cinco años.

    En 1919, a punto de cumplir los dos años, apareció un hombre extraño que resultó ser mi padre, recién liberado de su cautiverio en Italia.

    Se conserva una carta dirigida a mi madre por un camarada de mi padre en la que informa que el teniente Hoffmann había caído cautivo de los italianos “tras haberse defendido valientemente al mando de su compañía”. Puede imaginarse el alivio que supuso para la pobre mujer ya que en un telegrama fechado el 24 de mayo de 1917 se le comunicaba que su marido había desaparecido en el frente del Isonzo en el transcurso de la décima de las batallas de dicha campaña. A los dieciséis días nací yo.

    Los relatos de papá de esos dos años se parecían más a una juerga; los oficiales eran tratados con el debido respeto y así, el teniente Hoffmann pasó el tiempo en Amalfi coleccionando las bellas canciones napolitanas entonces en boga que, más tarde, solía cantar en familia. Poco después el abogado Hoffmann abrió su bufete y en 1923 la vida se fue normalizando, por lo menos en  nuestra casa.

    Sin embargo, para la mayoría de vieneses los años de posguerra fueron un tiempo de lucha por la supervivencia. Cerca de nuestra casa se encontraba una barriada de chabolas llamada el barrio de las ratas, en la que la gente vivía en cuevas, sin luz ni agua. No lejos de allí se hallaban las barracas de Baumgarten, que permanecieron hasta los años cincuenta; en cada una de ellas vegetaban dos o tres familias en condiciones desastrosas. Dichas barracas se erigieron para albergar a los prisioneros rusos y aún se recuerdan las tristes condiciones que allí reinaban. De estas Baumgarten Baracken procedían muchos de los comunistas que más tarde fueron mis compañeros.

    Por aquel entonces, tras las duras condiciones impuestas por los vencedores de la guerra, el estado no disponía de medios para reparar los daños de la guerra. Pasados los años veinte se movilizaron los primeros créditos y se aprobó un ambicioso programa de viviendas en Viena, a la que acudían centenares de miles de personas desterradas de los territorios bajo control de las nuevas autoridades nacionales. Estas casas, construidas por la municipalidad socialdemócrata y financiadas con los impuestos a los que se habían aprovechado de la guerra, sirvieron de modelo conocido como la Viena roja.

    Imagen generada por IA en relación al capítulo.

    En 1924 empezó para mí una nueva etapa al entrar en la escuela primaria. Este año los socialdemócratas cedieron a los partidos burgueses dejando el gobierno en manos de un prelado, Ignaz Seipel, quien de inmediato se puso a “recoger los escombros de la revolución”. El primer choque de dicho gobierno con la masa obrera ocurrió el 15 de julio de 1927 cuando miles de obreros se manifestaron contra la arbitraria absolución de los asesinos de dos obreros socialistas. El resultado fueron noventa muertos en las calles de Viena y la promesa del prelado canciller de “no permitir clemencia alguna”.

    Con diez años hubiese querido estar entre los manifestantes, imaginando cómo reaccionaría el público si me hubiese alcanzado una bala de la policía. Pero para tal acto heroico me faltaban los treinta y dos céntimos que costaba el tranvía.

    Hacía varios años que los socialdemócratas habían cedido el ministerio de educación a la derecha que no tardó en imponer el espíritu de la vieja monarquía exigiendo obediencia y sumisión a los superiores.

    De entonces data un episodio que demuestra la posición de mi familia en esa ciudad caracterizada por un tradicional antisemitismo. Con unos compañeros de clase nos burlamos de un muchacho judío ortodoxo atendiendo a su indumentaria y extraño peinado, gritándole una antigua frase de la que ignorábamos el significado: “¡Aidelach, Jidelach, hep-hep-hep!”.

    Al llegar a casa le conté a mi madre nuestra hazaña. Bastante azorada me explicó que nuestra familia tenía ascendencia judía y que la frase utilizada significaba “Jerusaleme est perdita”, recordando la invasión romana del 72 d.c. La sensación de sorpresa que me causó este incidente se mezclaba con cierta conciencia de pertenecer, a partir de entonces, a un grupo extraño, blanco de burlas como la que acaba de infligir al pobre muchacho ortodoxo.

    Desde pequeño rezaba oraciones cristianas, habiendo sido bautizado por un cura calvinista. Antes del nacimiento de mi hermano en 1912 mis padres habían decidido abandonar la religión mosaica.

    La inflación de la corona, moneda de la antigua monarquía, acabó en 1924 y la nueva moneda, el chelín, se cambió a razón de uno por mil. En el momento álgido de la inflación la gente corría al mercado después de cobrar el sueldo para prevenir la pérdida de valor.

    Hablando de fortunas, mis abuelos, inmigrados de su comunidad judía natal en 1860, y poseedores de un floreciente negocio de ropa en un céntrico edificio de cinco pisos lo perdieron todo a causa de los empréstitos de guerra, conservando únicamente la casa en que vivían.

    Con mi hermano, cinco años mayor que yo, pasamos temporadas de celos; yo siempre resultaba inferior en fuerza y saber mientras él debía ceder caricias y juguetes al pequeño. Le admiraba por su espontaneidad, su fuerza y sus progresos en la escuela, teniéndole siempre como modelo.

    La música siempre estuvo presente en mi infancia. Pasaba horas aporreando las teclas del piano tocando nostálgicas melodías. Mi padre tocaba el piano mientras cantaba las coplas napolitanas transcritas en Italia; mi madre también acompañaba con ese instrumento las lindas canciones aprendidas durante su estancia en Inglaterra. Debió ser entonces cuando nos mandaron a la ópera y nos extrañamos sobremanera porque durante la función apareció en escena un campesino siciliano que, de repente, se convertía en payaso; no nos habían prevenido que esa noche veríamos dos óperas diferentes.

  • democracia - España - Info Sant Boi - Info: 📰Noticies i 📚Memòria - libertad - memoria - Memoria Historica - monarquía - República - rey

    No estamos locos, tenemos memoria. Al rey lo puso Franco.

    Para blindar la legitimidad de la operación del cambio de rey se está recurriendo a argumentar la incapacidad de la ciudadanía española diciéndole que todo se lo deben al rey. Se nos repite machaconamente que “El rey nos trajo la democracia”, “nos la dio”, “gracias a él tenemos libertad”… Según eso este era un país de inútiles e idiotas y el rey fue nuestro redentor y nos guió. Y eso es una gran mentira. Muchas personas que vivíamos entonces podemos atestiguar que no fue así, al rey lo puso Franco y reinó por imposición y, en cuanto a la Constitución, se redactó sometiéndose a las exigencias por escrito de la Junta de jefes del estado mayor JUJEM. Y si esa Constitución que garantizaba libertades a pesar de esas imposiciones y si hay la libertad que haya es porque hubo una parte de la sociedad que exigía democracia. Y esa parte de la sociedad tenía presos políticos en las cárceles del régimen. Y muertos en los cementerios, casi siempre civiles. Que nos digan que el rey nos trajo la democracia es peor que faltar a la verdad, es mentir. Es una ofensa para las personas que lucharon por la libertad y es una reiterada traición a la memoria. No estamos locos, tenemos memoria aunque nos llamen imbéciles.

  • Alianza Cooperativa Internacional - Catalunya - Cooperativisme - Cooperativismo - història - Info Sant Boi - Info: 📰Noticies i 📚Memòria - memoria - Memoria Historica - proletariat - República - Rochdale

    La història del Cooperativisme (imatges de l’exposició de El Prat de Llobregat)

    *Para ver a tamaño original activar la opción con el botón derecho de “Abrir imagen en una pestaña nueva” 

    * Ubicación durante el mes de mayo del 2014:

  • Assumpta Montellà - Elisabeth Eidenbenz - Guerra Civil - Info Sant Boi - Info: 📰Noticies i 📚Memòria - La Maternitat d'Elna - Manuel Huerga - memoria - Memoria Historica - República

    “La Maternitat d’Elna (Eidenbenz)”, d’Assumpta Montellà

    Transcripció de la contraportada:

    LA MATERNITAT D’ELNA descobreix un dels capítols més dramátics, tendres i desconeguts de la nostra postguerra.

    Entre el 1939 i el 1944, la suissa Elisabeth Eidenbenz va salvar la vida de 597 infants. Eren els fills de les exiliades catalanes i espanyoles que malvivien en condicions penoses en els camps de refugiats republicans de Sant Cebriá de Rosselló, Argelers i Ribesaltes, i que van tenir la sort de ser acollides a la maternitat que va crear Eidenbenz (…)

    L’obra és enriquida amb testimonis inèdits i un text introductori de l’autora.”

    ASSUMPTA MONTELLÁ va néixer a Mataró el 1958 i és historiadora. El seu llibre La Maternitat d’Elna (Ara Llibres) és un èxit (…) de crítica i públic i ha estat traduït al castellà i al xinès, s’ha adaptat al teatre, a la televisió i ha esdevingut un fenomen social; flns i tot hi ha desenes de nenes que duen el nom d’Elna en honor de l’emotiva història de la Maternitat. També és autora d’El seté camió. Contrabandistas de la llibertat i El silenci dels telers.


    Elisabeth Eidenbenz – Wikipedia, la enciclopedia libre

    http://www.maternitesuissedelne.com/fra/elisabeth.html

    *Actualización: MUERE LA ÚLTIMA DE LAS MADRES DE ELNA
    Adiós a la última madre superviviente de la Maternidad de Elna, Remei Oliva, muerta a los 104 años. Oliva llegó desde el campo de refugiados de Argelès, donde había permanecido 15 meses.
    En la Maternidad de Elna tuvo su primer hijo, uno de los 597 bebés que tuvieron mujeres encarceladas en campos de concentración. Oliva acabó fijando su residencia en Francia.
    En 1988 escribió sus memorias, ‘La chica de la caja de hilos: Memorias de un exilio no deseado’, publicadas por el Memorial Democrático en 2021. (Cabecera del diario ARA de 14–5-2023).