Tras la IGM, Austria se convierte en una república democrática. El autor narra la vida en Viena durante los años de entreguerras tras una guerra perdida, destacando las dificultades, los cambios sociales, el antisemitismo y el papel de la Cruz Roja Americana.
Mis primeros recuerdos datan de los años veinte del pasado siglo y constan de las habituales penurias de posguerra, la inflación y los mutilados de guerra que vagaban por las calles.
Como muchos niños de mi vecindad me veo en una larga cola delante de la Cruz Roja americana instalada en una escuela de mi barrio con un cacharro en las manos. Allí nos echaban un cucharón de una espesa sopa de judías con cebada mondada, plato hoy desaparecido pero que me resultaba francamente sabroso a mis cinco años.
En 1919, a punto de cumplir los dos años, apareció un hombre extraño que resultó ser mi padre, recién liberado de su cautiverio en Italia.
Se conserva una carta dirigida a mi madre por un camarada de mi padre en la que informa que el teniente Hoffmann había caído cautivo de los italianos “tras haberse defendido valientemente al mando de su compañía”. Puede imaginarse el alivio que supuso para la pobre mujer ya que en un telegrama fechado el 24 de mayo de 1917 se le comunicaba que su marido había desaparecido en el frente del Isonzo en el transcurso de la décima de las batallas de dicha campaña. A los dieciséis días nací yo.
Los relatos de papá de esos dos años se parecían más a una juerga; los oficiales eran tratados con el debido respeto y así, el teniente Hoffmann pasó el tiempo en Amalfi coleccionando las bellas canciones napolitanas entonces en boga que, más tarde, solía cantar en familia. Poco después el abogado Hoffmann abrió su bufete y en 1923 la vida se fue normalizando, por lo menos en nuestra casa.
Sin embargo, para la mayoría de vieneses los años de posguerra fueron un tiempo de lucha por la supervivencia. Cerca de nuestra casa se encontraba una barriada de chabolas llamada el barrio de las ratas, en la que la gente vivía en cuevas, sin luz ni agua. No lejos de allí se hallaban las barracas de Baumgarten, que permanecieron hasta los años cincuenta; en cada una de ellas vegetaban dos o tres familias en condiciones desastrosas. Dichas barracas se erigieron para albergar a los prisioneros rusos y aún se recuerdan las tristes condiciones que allí reinaban. De estas Baumgarten Baracken procedían muchos de los comunistas que más tarde fueron mis compañeros.
Por aquel entonces, tras las duras condiciones impuestas por los vencedores de la guerra, el estado no disponía de medios para reparar los daños de la guerra. Pasados los años veinte se movilizaron los primeros créditos y se aprobó un ambicioso programa de viviendas en Viena, a la que acudían centenares de miles de personas desterradas de los territorios bajo control de las nuevas autoridades nacionales. Estas casas, construidas por la municipalidad socialdemócrata y financiadas con los impuestos a los que se habían aprovechado de la guerra, sirvieron de modelo conocido como la Viena roja.
En 1924 empezó para mí una nueva etapa al entrar en la escuela primaria. Este año los socialdemócratas cedieron a los partidos burgueses dejando el gobierno en manos de un prelado, Ignaz Seipel, quien de inmediato se puso a “recoger los escombros de la revolución”. El primer choque de dicho gobierno con la masa obrera ocurrió el 15 de julio de 1927 cuando miles de obreros se manifestaron contra la arbitraria absolución de los asesinos de dos obreros socialistas. El resultado fueron noventa muertos en las calles de Viena y la promesa del prelado canciller de “no permitir clemencia alguna”.
Con diez años hubiese querido estar entre los manifestantes, imaginando cómo reaccionaría el público si me hubiese alcanzado una bala de la policía. Pero para tal acto heroico me faltaban los treinta y dos céntimos que costaba el tranvía.
Hacía varios años que los socialdemócratas habían cedido el ministerio de educación a la derecha que no tardó en imponer el espíritu de la vieja monarquía exigiendo obediencia y sumisión a los superiores.
De entonces data un episodio que demuestra la posición de mi familia en esa ciudad caracterizada por un tradicional antisemitismo. Con unos compañeros de clase nos burlamos de un muchacho judío ortodoxo atendiendo a su indumentaria y extraño peinado, gritándole una antigua frase de la que ignorábamos el significado: “¡Aidelach, Jidelach, hep-hep-hep!”.
Al llegar a casa le conté a mi madre nuestra hazaña. Bastante azorada me explicó que nuestra familia tenía ascendencia judía y que la frase utilizada significaba “Jerusaleme est perdita”, recordando la invasión romana del 72 d.c. La sensación de sorpresa que me causó este incidente se mezclaba con cierta conciencia de pertenecer, a partir de entonces, a un grupo extraño, blanco de burlas como la que acaba de infligir al pobre muchacho ortodoxo.
Desde pequeño rezaba oraciones cristianas, habiendo sido bautizado por un cura calvinista. Antes del nacimiento de mi hermano en 1912 mis padres habían decidido abandonar la religión mosaica.
La inflación de la corona, moneda de la antigua monarquía, acabó en 1924 y la nueva moneda, el chelín, se cambió a razón de uno por mil. En el momento álgido de la inflación la gente corría al mercado después de cobrar el sueldo para prevenir la pérdida de valor.
Hablando de fortunas, mis abuelos, inmigrados de su comunidad judía natal en 1860, y poseedores de un floreciente negocio de ropa en un céntrico edificio de cinco pisos lo perdieron todo a causa de los empréstitos de guerra, conservando únicamente la casa en que vivían.
Con mi hermano, cinco años mayor que yo, pasamos temporadas de celos; yo siempre resultaba inferior en fuerza y saber mientras él debía ceder caricias y juguetes al pequeño. Le admiraba por su espontaneidad, su fuerza y sus progresos en la escuela, teniéndole siempre como modelo.
La música siempre estuvo presente en mi infancia. Pasaba horas aporreando las teclas del piano tocando nostálgicas melodías. Mi padre tocaba el piano mientras cantaba las coplas napolitanas transcritas en Italia; mi madre también acompañaba con ese instrumento las lindas canciones aprendidas durante su estancia en Inglaterra. Debió ser entonces cuando nos mandaron a la ópera y nos extrañamos sobremanera porque durante la función apareció en escena un campesino siciliano que, de repente, se convertía en payaso; no nos habían prevenido que esa noche veríamos dos óperas diferentes.
El autor nace en medio de la Primera Guerra Mundial, en un contexto de violencia y muerte. Las batallas en el río Isonzo fue una de las más sangrientas. Hace referencia a su padre judío que fue oficial y fallecería en Francia en la IIGM.
Durante los meses de abril y mayo de 1915 grupos de gente pendenciera se manifestaban a diario por las calles de Roma, Milán, Turín y otras ciudades italianas gritando con ardor guerrero:
¡Trieste y Trento son nuestros! ¡Muerte a los austríacos opresores!
El Partido Liberal Italiano, partidario de mantenerse neutral, fue silenciado por las manifestaciones callejeras. La sociedad estaba sujeta a un severo régimen militar. Cuando el 25 de mayo de 1915 Italia declaró la guerra a Austria-Hungría ya nadie osaba oponerse.
Por otra parte, en Viena los militares ostentaban el poder desde hacía un año, y los políticos, incluidos los del Partido Socialdemócrata, también se pronunciaron a favor de la guerra bajo el lema “Castigar a los pérfidos traidores italianos”.
Tanto en Italia como en Austria-Hungría la prensa se encargó de caldear el ambiente preparando el camino a los militares deseosos de entrar en guerra. Se abría otro capítulo de la tragedia que comenzó el 1 de agosto de 1914 con la declaración de guerra.
Desde esa fecha fatal, millones de jóvenes soldados ingleses, franceses, rusos, alemanes y austríacos se empeñaban en matarse en los vastos frentes de la Primera Guerra Mundial, la llamada Gran Guerra. Apenas diez meses después Italia entra en la guerra añadiendo a esos involuntarios héroes un millón trescientos mil jóvenes italianos llamados a las armas.
Desde que los italianos declararon la guerra al Imperio Austro-Húngaro en mayo de 1915 hasta la rendición de Austria-Hungría en octubre de 1918, los dos ejércitos se enfrentaron a lo largo de una frontera de seiscientos quilómetros, que se extendía desde los picos de la frontera suiza pasando por las crestas nevadas de los Alpes hasta la llanura del Friuli y el mar Adriático, en las cercanías de Trieste. Un terreno hostil para el hombre, con glaciares y nieves perpetuas, cumbres vertiginosas y con pocas y malas carreteras.
El acceso de la tropa a las posiciones, en las cimas y laderas empinadas, sólo era posible a lomo de mulas o a hombros de los soldados. Este era el terreno en el que lucharon los dos ejércitos durante los tres años de enfrentamiento, en trincheras cavadas en las rocas y los glaciares sin lograr jamás avances decisivos.
En el sector oriental de esa larga frontera, donde los ríos de los Alpes bajan por anchos valles hacia el mar Adriático, el Estado Mayor italiano creyó descubrir una brecha que podía ser franqueada por un ejército motivado y bien equipado. Este frente discurría a lo largo del rio Isonzo, en la actual frontera entre Italia y Eslovenia; allí las montañas no son tan altas y los caudalosos ríos discurren desde el Tirol austriaco hacia el mar Adriático y la fértil llanura del Friuli. Más al sur, en la lejana playa, se vislumbra la bella ciudad de Trieste, principal puerto de la monarquía austro-húngara, blanco preciado para el Estado Mayor italiano, que reclamaban como parte integrante de su territorio nacional.
El supremo mando italiano pronosticó una breve campaña militar creyendo que el enemigo estaba desmoralizado y ofrecería poca resistencia; así que los soldados italianos, fuertemente motivados al luchar por una causa justa, entrarían en Viena en pocas semanas.
En Viena ocurría algo similar. Los autodenominados expertos militares se burlaron en los periódicos de los katzelmacher o comedores de gatos, llamándoles cobardes e indisciplinados, fanfarrones y mujeriegos, creyendo que se les podría rechazar fácilmente.
El Estado Mayor italiano, encabezado por el general Luigi Cadorna, preparó la Primera ofensiva del Isonzo con el objetivo de ganar Gorizia, ciudad clave para la toma de Trieste. Pero estas esperanzas se vieron frustradas. Los soldados italianos fueron diezmados por el fuego de las ametralladoras enemigas. Ambos ejércitos lucharon con increíble tenacidad; la primera batalla del Isonzo duró desde el 23 de junio hasta el 7 de julio de 1915 sin que cediese ninguno de los contendientes ni se moviese el frente.
A los diez días comenzó el segundo enfrentamiento de las doce batallas que se libraron en el Isonzo, con el mismo resultado. Dos meses después se libró la tercera, una semana más tarde la cuarta… así hasta que, durante la sexta batalla, en agosto de 1916, los italianos lograron entrar en Gorizia aunque sin abrir brecha en las líneas enemigas. Esta batalla fue seguida por la séptima, la octava, la novena… siempre con igual resultado: los dos ejércitos enfrentados en ambas riberas del Isonzo.
En la décima batalla ocurrió lo mismo, sufriendo normes pérdidas: treinta y seis mil italianos y veinte mil austriacos muertos, veintisiete mil italianos apresados por los austríacos y veintitrés mil austríacos presos por los italianos. Pero tales sacrificios eran inútiles ya que el frente permanecía inamovible.
Nueve decenios después parece imposible que los soldados de ambos bandos aceptasen las terribles fatigas y la constante presencia de la muerte, el hambre, el cansancio, los helados inviernos y los tórridos veranos durante los tres años de permanente carnicería.
Entre los austríacos participantes en la X Batalla del Isonzo se encontraba el teniente Heinrich Hoffmann, mi padre. Y en la trinchera de enfrente estaba el teniente italiano Andrea Marano, padre de mi amigo Giuseppe Marano.
El 23 de mayo de 1917, pocos días antes de mi nacimiento, mi padre fue capturado. En una carta, que mi madre debió recibir el día que nací, un camarada de mi padre le comunicaba que “el teniente Hoffmann cayó prisionero en la décima batalla del Isonzo, luchando al frente de su compañía”. El cautiverio duraría dos años.
El teniente Marano, del Segundo Ejército italiano, anotó en su diario que ese mismo día le ordenaron salir con una patrulla de doscientos soldados y llegando a la orilla del río, “tras una marcha nocturna desastrosa bajo un bombardeo incesante, con las bombas enemigas cayendo alrededor”, se enfrentaron a una compañía enemiga que bien podría ser la que mandaba mi padre. No resulta impensable que fuesen ellos los que lograron detener a la compañía del teniente Hoffmann.
Esa Décima Batalla del Isonzo terminaba igual que las anteriores; los sacrificios eran en balde.
El Estado Mayor italiano se obstinó y el 17 de agosto de 1917 inició la undécima ofensiva que tuvo idéntico resultado. Esta vez murieron cuarenta mil italianos y quince mil austríacos; a consecuencia de las insalubres condiciones que sufrían en las trincheras miles de enfermos debieron ser hospitalizados, hablándose de medio millón entre ambas filas.
Obviamente ninguno de los adversarios tenía fuerza suficiente para imponerse al otro y ambos comenzaron a suplicar refuerzos a sus aliados.
En el bando aliado se convino mandar tropas frescas norteamericanas; en el opuesto se reforzaron las cinco divisiones austríacas con siete alemanas poniendo al frente de las operaciones a un experimentado general alemán, Otto von Buelov, y utilizando un nuevo logro del genio alemán, el gas asfixiante, la nueva arma destinada a sorprender a los inadvertidos e indefensos soldados enemigos.
Los contingentes americanos tardaron meses en estar preparados; Ernest Hemingway cuenta sus vivencias de la campaña de Italia en su novela En tierra extraña. En cambio, los alemanes llegaron a las pocas semanas, en octubre de 1917, gracias al alivio que disfrutaba en ese momento el frente del este a consecuencia de la Revolución Rusa.
Durante la XII Batalla del Isonzo –en Italia aún se habla del Desastre de Caporetto, un pueblecito a la orilla de dicho río, la actual Cobarid eslovena- los austro-alemanes lograron quebrar las líneas enemigas con el lanzamiento de obuses de gas que se extendía por el estrecho valle y penetraba en las trincheras italianas. Quien no moría asfixiado huía horrorizado.
Los austríacos y sus aliados alemanes avanzaron más allá del Isonzo hasta el más próximo de los valles alpinos, el de Tagliamento, obligando a los italianos a retirarse hasta el río Piave.
Pero el precio era alto y su efecto inmediato era la agravación del aprovisionamiento de la retaguardia donde millones de habitantes de las ciudades padecieron hambre y penurias. Incluso sufrieron hambre los soldados austro-húngaros, saqueando a los campesinos allí por donde pasaban.
La prensa austríaca celebraba la victoria en la XII Batalla del Isonzo, el llamado Milagro de Karfreit (Caporetto), pero el país lo pagaba caro. Las autoridades militares requisaban los medios de transporte para el traslado de personal y material de guerra agotándose las últimas reservas de alimentos. Cuanto más avanzaban los regimientos más exigente se volvía el frente. Unos cuarenta mil soldados italianos cayeron prisioneros siendo confinados en miserables campos, mal nutridos y mal alojados; aun así esto supuso un coste adicional.
Para Italia los efectos de la derrota eran graves. El principal responsable, el general Cadorna, fue destituido (aunque siguió en posiciones clave) y el general Badoglio, comandante de artillería, trató en vano de justificar la ausencia de la artillería durante el avance enemigo; sin embargo los dos continuaron en altísimas posiciones militares y políticas.
En octubre de 1917, el ejército italiano sufrió un golpe que hubiese resultado mortal sin la intervención de los aliados. La moral de los combatientes era bajísima, las deserciones masivas a pesar de los severos castigos y las ejecuciones sumarias decretadas por las autoridades militares. Durante toda la guerra se registraron ciento sesenta y dos mil quinientos sesenta y tres casos de deserción. En marzo de 1918 la justicia militar observó que “la cantidad de deserciones superaba a la de caídos en acción”.
Por parte austríaca, el breve triunfo de los ejércitos austro-húngaros no tuvo efectos duraderos sobre la moral de la tropa. Los soldados estaban mal alimentados, pobremente vestidos y recibían noticias deprimentes de sus casas; estaban hartos de la guerra.
Las doce batallas del Isonzo costaron la vida a más de trescientos mil soldados italianos y medio millón de ellos fueron hechos prisioneros. Casi el mismo número de soldados austro-húngaros sufrió la misma suerte. El total de muertos, heridos y desaparecidos se estima en más de ochocientos mil.
Para el teniente Hoffmann la guerra concluyó con el cautiverio en mayo de 1917, días antes de que yo naciera en la lejana Viena. Como oficial recibió el trato de convención, igual que eran tratados los oficiales italianos prisioneros en Austria. Primero fue internado en un campo de Piazza Amerina, en el centro de Sicilia, y poco después fue trasladado a una especie de domicilio vigilado en la pintoresca Amalfi, en el golfo de Nápoles, puerto medieval y destino turístico que parece haber disfrutado plenamente. Aún conservo la colección de bellas canciones populares que el joven oficial oyó cantar en las hosterías que frecuentaba en las largas y calurosas noches perfumadas de tan encantador lugar. Aprovechaba su ocio para perfeccionar sus conocimiento de italiano y escribía a diario a su querida esposa, mi madre.
Mientras el teniente prisionero se divertía en Amalfi, la población civil en la retaguardia sufría un infierno de escasez, hambre y miseria y mi madre se esforzaba en dirigir la pequeña familia a través de las adversidades de la guerra.
La consecuencia para la población civil, sobretodo en Viena y en el resto de las ciudades del país, era que viejos y niños sufrieron enfermedades por carencia y los hospitales rebosaban de enfermos que no recibían la atención necesaria. Llegó el invierno, uno de esos inviernos de frío penetrante, y no había carbón para encender las estufas. Cada día moría gente debido al hambre y a las bajas temperaturas.
En noviembre de 1916 falleció el viejo emperador Francisco José, a los ochenta y seis años y tras sesenta y ocho de gobierno. Su sucesor, el joven Carlos, buscaba contactos con los aliados para lograr una paz separada. Al saberlo los alemanes amenazaron con intervenir. De todas formas, los aliados, que ahora contaban con el poderoso ejército norteamericano, ya no estaban interesados en ello.
A partir de febrero de 1917, cundo las noticias de Rusia ya se habían difundido por toda Europa, se esfumaron las últimas huellas de fervor patriótico. En todos los países beligerantes se produjeron huelgas en las fábricas, manifestaciones callejeras y protestas clamando por la paz. Pero en los frentes la disciplina militar y los rigurosos castigos de la justicia militar mantuvieron a los soldados en las trincheras hasta noviembre de 1918. El colapso de la monarquía Habsburgo fue incontenible y el final es de sobra conocido: el Imperio se descompuso rápidamente y el país se hundió en un mar de miseria.
A su regreso en 1919, el teniente Hoffmann consiguió volver a abrazar a su mujer e hijos. La familia había sobrevivido a las penurias sin sufrir serios daños y Heinrich Hoffmann comenzó su adaptación a la nueva vida. El aquelarre del Isonzo se desvanecía.
En marzo de 1938 Austria fue anexionada por el ejército de Adolf Hitler y el abogado Hoffmann tuvo que emigrar a causa de las leyes nazis antijudías. Murió en un campo de internados en el sur de Francia en 1944.
En el prefacio se explica como llegó a labrarse la publicación de esta obra en la que, el autor, nacido en Austria en 1917, explica un relato autobiográfico de sus vivencias del siglo XX marcado por la guerra, la dictadura y el exilio. El contacto con un celador y dos hermanos de Sant Boi lo hicieron posible.
Es importante publicar estos escritos como un acto de justicia, especialmente en el contexto político y anímico actual de Europa.
Octubre de 2008. Llega una mujer mayor en silla de ruedas al Hospital de Bellvitge. Parece que ha tenido una caída. Sus acompañantes, un voluntario y Gerhard Hoffmann, la escoltan hasta llegar a urgencias. No tarda en correrse la voz: son brigadistas internacionales. Ella, mujer de uno ya fallecido, y Gerhard, uno de los dos brigadistas austríacos que siguen con vida. Continúan instalados en la persistente y atenta mutación que exige la verdadera solidaridad de los perturbados[1]. Por eso están ahí. Saben y sienten la diferencia entre caridad y virtud. Mientras la caridad es momento de alivio, una reacción lúcida y certera, la virtud construye: es internacionalismo, humanismo marcado a perpetuidad. Son ellos, los conmovidos, testimonios vivos, médiums capaces de hacer ver al prójimo que aquellos que padecen la mayor de las injusticias son una posibilidad latente para todos nosotros. De ahí que pugnasen y pugnen aún deliberadamente por desembarazarse de la opción del desastre de la ortodoxia fascista como una vía política posible. Danzan vivaces por el hospital. Orgullosos, ataráxicos, meritorios de una muerte que los abrazará en breve. Ellos y todos los demás brigadistas han acudido a Cataluña desde sus distintos pueblos, pues se cumple el setenta aniversario de su multitudinaria despedida popular en Barcelona (28 de octubre de 1938). Diego, celador al que llega la noticia, corre presto en búsqueda de ellos, pues no quiere dejar pasar la posibilidad de saludarlos. En realidad, lo que anhela es contagiarse de la generosidad que todos ellos derrochan. Ciertamente siente que le va la vida en ello. Que tiene la oportunidad de dar un sentido transcendental al tatuaje que hace años se hizo en el hombro izquierdo: la estrella de tres puntas,el emblema de los brigadistas. En ocasiones, cuando está en su casa, lo mira en el espejo y siente cierta fuerza. La energía propia de todos aquellos voluntarios que acudieron a socorrer a la República en la última guerra romántica. Poetas, estudiantes, aventureros… Jóvenes solidarios que vinieron a España a luchar contra la oscuridad y el totalitarismo encarnando lo mejor del ser humano: la fraternidad, el sacrificio, los valores, la dignidad. Cuando Diego estuvo delante de Hoffmann se encontró ante un anciano de noventa y dos años. Alto y delgado. Su cuerpo había envejecido, contaba con las marcas propias del tiempo. Pero había algo que no había cambiado en aquel hombre. Eran sus ojos, su mirada. Sus pupilas aún conservaban la determinación, el idealismo y la fuerza de aquel joven que cruzó el río Ebro en 1938. Diego quiso comprobar por sí mismo si era cierto que aquellos ancianos eran brigadistas. Miró fijamente a Hoffmann, agarró el lado izquierdo de su chambra de celador y la deslizó firmemente hacia abajo. Apareció la estrella de tres puntas y los ojos del brigadista brillaron más que nunca. Gerhard informó al joven custodio de los actos de homenaje que se iban a suceder durante esos días, y le instó a que no dejara de acudir. Diego me relató muy emocionado lo sucedido y sentimos la obligación y la responsabilidad de ir juntos al próximo acto de homenaje que se iba a celebrar en Sitges. Fue mi primer contacto con Gerhard y con el colectivo de los brigadistas. Jamás olvidaré el momento en que ellos se levantaban como podían de sus sillas de ruedas para cantar el Himno de Riego.
Diego, ya algo más sereno, quiso escribir y entregar una carta de agradecimiento a Gerhard. Había sentido un fuerte magnetismo hacia su ser y tenía la necesidad de intentar expresárselo mediante la palabra escrita. Quería agradecerle la lucha y el sacrificio. Quería que supiera de su puño y letra que aquellos valores e ideas universales por los que habían luchado en aquella batalla infatigable, habían calado. Así, con la misiva en mano, acudió Diego al último acto de homenaje que se iba a dar en Barcelona. Pudo allí disfrutar de un grupo de música que recreaba canciones republicanas. Observó como los ancianos brigadistas se levantaban, bailaban, alzaban con dignidad y orgullo el puño al cielo. Se quedó bloqueado por la emoción. Se quedó clavado junto a una columna, testigo consciente del alcance del momento único que estaba viviendo. Al ver a Hoffmann, lo miró, estiró su brazo nervioso y le entregó la carta. Le dijo estremecido que no la leyera ahora, que lo hiciera cuando llegara a Austria. Le dijo modestamente al entregársela que tan sólo era una carta de agradecimiento por haber venido a España a luchar con nosotros. Al poco rato pudo ver entre el grupo de ancianos a uno que se levantaba de su silla con un papel en la mano y que buscaba a alguien con nerviosismo. Era Gerardo. Las miradas, igual que en el hospital, se encontraron. Se dirigió presto, con lágrimas en los ojos, hacia la columna donde el joven celador se apoyaba, ya que las piernas no tenían la fuerza suficiente para sostenerle. Había leído el escrito que Diego le había entregado y no quería dejar correr la oportunidad de intercambiar unas palabras con él. Unas palabras llenas de humildad y sabiduría. Tras apremiarle a que le firmara el escrito, le pidió perdón por haber perdido la guerra, le dijo que ellos habían hecho todo lo posible, pero que no pudo ser. Después dijo algo que a Diego se le quedó grabado en el corazón. Le dijo que lo importante en la vida era “ser humanamente honrado”. Después se fundieron en un abrazo. Nunca más se volvieron a ver.
Años más tarde, empujados por el recuerdo imborrable de esas jornadas vividas en Barcelona, yo y mi hermano Ángel visitamos a Gerd en su Austria natal. Lo hicimos no sin acudir antes al campo de concentración de Mauthausen, donde también teníamos pendiente una convocatoria ineludible con la historia. Allí estuvo preso Antoni Roig Llivi[2], un camarada barcelonés ya fallecido, al que tuvimos la oportunidad de conocer en persona años antes. Recorrimos apesadumbrados, a la vez que sagaces, todo el campo: los barracones, el crematorio, la cámara de gas, la cantera de piedra donde tantos y tantos reclusos fueron exterminados. Sin duda la visita supuso para nuestras almas una sacudida indigerible. Ya en el coche, con contados monosílabos saliendo de nuestras bocas, nos dirigimos hacia Markt Piesting, donde Gerhard Hoffmann pasó los últimos años de su vida junto a su compañera Milena. Allí nos recibió amistosa y animosamente con la bandera republicana luciendo en la fachada de su casita. Estaba pletórico con nuestra visita. Recuerdo perfectamente su figura saliendo a la calle con un enorme teléfono inalámbrico. Veía que no llegábamos y nos llamó preocupado. Recuerdo como al final de la jornada nos regaló los textos que presentamos en este volumen. Y lo hizo después de recibirnos, tras invitarnos a comer ciervo y compota de frutos rojos en un magnífico restaurante, tras comprarnos unos víveres y unas cervezas austríacas en un supermercado cercano. Pero ante todo y sobretodo, y aún después de la tragedia que él y toda su familia había padecido, lo hizo tras demostrar su virtuosa generosidad y humanidad, un verdadero espejo para todos nosotros.
Hoy, tras custodiar durante estos años sus textos como oro en paño, podemos decir que con la publicación de sus escritos emprendemos desde el mundo editorial un acto de justicia superlativo. Aún más fundamental si cabe si tenemos en cuenta la actual situación política y anímica de la vieja Europa.
Ibán Arévalo
Barcelona 26 de septiembre de 2016
[1] Patočka, J., Ensayos heréticos sobre la filosofía de la historia, Barcelona, Ediciones Península, 1988, p.160.
[2] Para conocer la historia de Antoni Roig Llivi, capturado en Mauthausen con el número de preso 5722 por apátrida español, ver: Arévalo, I., Clavero, J., Cornellà, J, Momblán, D. [Marc Santboià]. (2002). Antoni Roig, Persona íntegra i model de dignitat. Recuperado de https://youtu.be/f-yT_1ziTqo
Vive las memorias de Gerhard Hoffmann, un brigadista austríaco que documentó los eventos más significativos del siglo XX. Desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial hasta la lucha contra el fascismo en la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, Hoffmann nos ofrece una perspectiva única y conmovedora de un siglo marcado por la guerra y la resistencia. Este libro no solo es un diario personal, sino también un homenaje a todos aquellos que lucharon por la libertad y la justicia. ¡No te pierdas esta obra imprescindible!
🌍 Un Testimonio de Valor y Humanidad, algunos capítulos
La Tragedia del Isonzo: Una absurda matanza en vísperas de su nacimiento.
De la Escuela al Penitenciario: La vida de Hoffmann durante los años de entreguerras.
El Camino del Exilio: Su experiencia en los campos de refugiados y la ocupación alemana.
Liberté, Liberté, Chérie: La liberación y los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
✊ Un Homenaje a la Solidaridad Internacional
Este libro no solo es un diario personal, sino también un homenaje a todos aquellos que lucharon por la libertad y la justicia. Hoffmann nos recuerda la importancia de la solidaridad y el sacrificio en tiempos de adversidad.
📅 Disponible capítulo a capítulo en la web y en Libro.
No te pierdas esta obra imprescindible que nos invita a reflexionar sobre nuestro pasado y a valorar los sacrificios de aquellos que lucharon por un mundo mejor. ¡Disponible en esta web y edición impresa!.
📘 Autoría
Colección Memoria / Edita: Memorial Històric
Prefacio: Ibán Arévalo
Trascripción y revisión de textos: Cristina Hernando; Carles Vallejo
Fotografías: Archivos de acceso abierto, IAG y de libre distribución
Dedicatoria de Gerhard Hoffman:
En este reportaje he plasmado la suerte de un siglo. Con toda la simpatía que tengo para este gran pueblo español ¡Salud y República!
La historia de la humanidad ha sido una secuencia de estado de guerra permanente en todas las civilizaciones hasta el mismo colonialismo.
Todos esos conflictos bélicos enterró toda la riqueza de las culturas y sociedades preexistentes.
Las ciencias sociales (antropología, historia, medios, arqueología, sociología, etc…) han permitido rescatar su recuerdo a través de las expediciones, investigaciones, y estudios de campo.
Para recoger toda ese saber y no se quede en el olvido se crearon en muchos los países entidades de Memoria Histórica, con fondo documentales rescatados de las ruinas o de colecciones particulares.
Los responsables de asociaciones participan con su experiencia en entidades y han trabajado en estas entidades y colaboran internacionalmente tanto en Europa como en Iberoamérica. Son una visión particular pero llena de experiencia y conocimiento de como se gestionan éstos tipos de instituciones y como se recogen y se exponen toda ésta información para hacerse visible.
Fets: La proclamació pel Parlament de la República de Catalunya es un fet històric incontestable. És l’eufòria d’un Procés planificat per forces socials i polítiques que han aconseguit engrescar la meitat de la societat catalana en els últims anys. Resultats: magna incertesa en els camins a recòrrer, i imposició de la llei de l’Estat espanyol, qui té tots els instruments avalats internacionalment per aturar-la.
La deconstrucció sociopolítica espanyola del règim del 78
En el 1975 amb ‘Ha muerto el Caudillo, viva el Rey’ es proposava un cicle de transformació radical en seu moment de la realitat espanyola. Parlem de deixar enrera un estat d’arrels fascistes per avançar en un Estat modern i democràtic de tall europeu. Les generacions què en el seu moment van lluitar per arribar a aconseguir aquestes fites troben, amb totes les seves imperfeccions, que es va poder possar unes noves bases d’una nova societat d’un benestar posterior.
Com s’ha anat degradant aquest Estat espanyol? El bipartidisme Partit Popular (primer Alianza Popular anticonstitucionalista) i el Partido Socialista Obrero Español (aquí Partit dels Socialistes de Catalunya) s’han anat alternant amb majories polítiques. Les nacionalitats basques i catalanes ha tingut en canvi Governs soberanistes propis durant dècades. S’ha viscut un incrementat del benestar participant del creixement econòmic internacional, però amb aspectes crònics propis no resolts: l’ocupació i la vivenda. Però alhora totes les noves institucions creades han generat una participació política moguda per l’interés propi generant clientelisme polític i corrupció. El punt d’inflexió en aquest aspecte va ser el ‘Pacte del Majestic’: el govern de Jordi Pujol que governava Catalunya signa els acords amb Rodrigo Rato, futur ministre d’economia, per permetre arrivar al poder al Partido Popular d’Aznar. Aquest ‘nou’ govern de l’Estat va estendre les formes de govern del ‘pujolisme’ per tot Espanya. En la seva majora aquell govern es troben imputats pels casos de corrupció que com a mestàstasi es va donar en tots els nivells de les administracions (Estat, governs autonòmics, diputacions i municips).
Com a ciutadà del mòn crec en la llibertat individual
d’ón sorgeix la capacitat per a crear grans comunitats
de pau i benestar, i per ende, de convivència.
De la globalització a la crisi profunda internacional
Mentres Espanya evolucionava en un estat descentralitzat, què passava al mòn?. Les revolucions neoliberals dels 80 amb Tatcher (Regne Unit) i Reagan (Estats Units) provoquen l’inici del regnat de l’economia del lliure canvi i la desregulació de la indústria financera. Associat amb l’enfonsament de l’imperi del ‘comunisme real’ al voltant de l’òrbita de la Unió de Repúbliques Socialistes Soviètiques (URSS), provocarà que la globalització s’imposi com a model de desenvolupament internacional creant grans àrees econòmiques continentals. La Unió Europea i Organització del Tractat de l’Atlàntic Nord van creixent en número d’estats membres any rera any, amb els nous creats en l’àmbit dels païssos de l’est.
A les portes del Segle XXI s’arriva a un clímax econòmic tal que més del 90% de mercat es mou a través del crèdit amb productes financers impagables i què inflama la bombolla immobiliària. Ens deixa aquests principals factors:
Un món globalitzat al voltant d’una indústria financera lliure
La crisi profunda: període de nous moviments i canvis
El sistema financer intervingut políticament amb les fundacions financeres, les ‘Caixes d’estavis’, No oblidem Bankia!
L’evolució del sentiment independentista català
Dels nacionalismes ultres als regionals: sortides tangents?
Artículo curado del presentado en Dinero en 30-9-15 y escrito por Xavier Ferràs
Cuatro
grandes fuerzas disruptivas globales convergen, realimentándose entre ellas,
generando una ola de cambio jamás vista antes: las megaciudades, el envejecimiento, la interconexión total y el cambio tecnológico.
El Mckinsey Global Institute ha publicado
el libro No ordinary disruption: The
four global forces breaking all the trends, una reflexión obligada sobre la
dirección de la historia en años los años venideros. ¿Hacia dónde va el mundo
global? A menudo perdemos la perspectiva del nivel de cambio de paradigma
económico y social que estamos sufriendo.
Se está reescribiendo el sistema operativo
de la economía mundial. Están ocurriendo transformaciones radicales, de las
que los medios apenas se hacen eco, pero que cambiarán dramáticamente, en los
próximos 25 años, el modo en que vivimos, producimos, consumimos y nos relacionamos.
El mundo está inmerso en una transición
similar a la de la Revolución
Industrial, con una velocidad 10
veces superior, sobre una base de población
300 veces mayor y con un impacto 3.000 veces más elevado.
Europa es un continente envejecido, un nuevo
Finisterre en el extremo occidental de un
mundo centrado en Asia. En él, sólo
Alemania se prepara para la competición global. No sólo controlando
déficit públicos, también invirtiendo estratégicamente en investigación, innovación y educación,
los vectores clave del futuro. Un nuevo orden económico, cultural y
tecnológico está surgiendo. Y, si algo está claro, es que deberemos empezar a
pensar global y exponencialmente.
LA PRIMERA FUERZA: LAS MEGACIUDADES
Impacto en la demografía urbana. La mitad del crecimiento económico previsto hasta
2025 estará concentrado en unas 400 grandes urbes, especialmente en Asia, Latinoamérica
y África. La gran mayoría como Chagsha,
Huaihua o Wuhan, absolutamente desconocidas para el occidental medio. Muchas de
ellas, con más de 10 millones de habitantes. Inmensos ecosistemas urbanos e
innovadores, donde cada año 65 millones de campesinos se convierten instantáneamente
en ciudadanos globales (el equivalente a la población del Reino Unido, anuales).
Impacto económico. En dos décadas, 3.000 millones de nuevos
consumidores emergerán de los países en desarrollo. Soportar este ritmo de urbanización
tendrá un impacto dramático en la demanda de materias primas. Políticas económicas ortodoxas limitarán la disponibilidad de
recursos financieros, comportarán un freno en el desarrollo, y generarán
oleadas de desempleados. Políticas heterodoxas, de inyección artificial de liquidez,
darán pie a nuevas burbujas financieras e inmobiliarias.
LA SEGUNDA FUERZA: EL ENVEJECIMIENTO GLOBAL
(excepto en África)
Si hace 30 años sólo una ínfima
parte de la Humanidad vivía en zonas con tasas de reposición negativa, hoy el 60% de la población mundial se encuentra
ya en zonas de decrecimiento demográfico. En los próximos años, en todo el
mundo (excepto en África) la población se estabilizará e incluso decrecerá.
Japón y Rusia son ya sociedades extremadamente ancianas.
De seguir la tendencia actual,
hacia 2050 Europa tendría el doble
de jubilados que de niños, y la fuerza de trabajo disponible en Alemania habrá disminuido en un 35%.
Y el déficit demográfico se
expandirá a China, India y Latinoamérica
a medida que esas sociedades entren en el juego económico global y accedan a
educación y sanidad.
LA TERCERA FUERZA: LA INTERCONEXIÓN TOTAL
Si durante cinco siglos los principales flujos comerciales han transcurrido
por grandes autopistas marítimas o terrestres entre Europa y América, el sistema
comercial global se expande a Asia y
penetra velozmente en África. El
comercio entre China y África se ha multiplicado por 30.
Y, si hace 20 años el prototipo de bien sujeto al comercio
internacional era una camiseta de 3 dólares, hoy es una pastilla farmacéutica
de 30 centavos, un e-book de 10 dólares, o un iPhone de 300. Las masas de
capitales, a su vez, viajan a la velocidad de la luz por internet,
relocalizándose instantáneamente en las zonas más dinámicas y en los proyectos
de mayor rentabilidad.
LA CUARTA FUERZA: EL CAMBIO TECNOLÓGICO
50.000 millones de dispositivos (objetos) se conectarán a internet. Todo
estará sensorizado. Para saber cuántas cervezas tiene en su nevera, o dónde
están las llaves del coche sólo tendrá que preguntarlo a Google.
Tecnologías disruptivas en tratamiento de datos, manufuctura avanzada,
nuevos materiales, o genómica (el nuevo software) están llegando, a través de
una avalancha de start-ups que
generarán modelos de negocio ahora inimaginables y solventarán gran parte de
las nuevas necesidades creadas.
El centro de gravedad económico del mundo se desplaza velozmente hacia
el Mar de la China, (eje Singapur – Hong
Kong – Shanghái), el vibrante epicentro de la dinámica comercial y tecnológica
internacional.
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Referencias:
No ordinary
disruption: The four global forces breaking all the trends – Mckinsey Global Institute
XAVlER FERRÀS – Decano Facultad de Empresa y
Comunicación Universitat de Vic
Hace un año y medio tuve la fortuna de poder financiarme un viaje a Salvador de Bahía, una gran ciudad en el sur oceánico de Brasil. Allí me encontré con una amistad de Carles Vallejo (actual presidente del Memorial de Seat), Tadeo. Ésta gran persona tiene un bagage increíble a sus espaldas: fue hijo de un industrial brasileño, vino a trabajar a España en pleno franquismo tardío, y participó en la lucha sindical. Actuamente vive con su familia, que sigue creciendo, de vuelta en la región de Salvador de Bahía. Doy éstas primeras pinceladas porque la ciudad y la persona de la que he hablado son una referencia del Brasil actual.
Salgado registra La Sal de la Tierra
Vi el film La Sal de la Tierra, un documental de Wim Wenders sobre Sebastiäo Salgado, un economista brasileño reconvertido en fotógrafo y fotoreportero social que cubrió pueblos autóctonos de iberioamérica y conflictos armados de la extinta yogoeslavia y Rhuanda de los años 90. La biografía de Salgado se resume en su huida a la ciudad como adolescente, dónde conoce lo que es la moneda, a la participación en los movimientos sociales, dónde conoció a su mujer, en los tiempos de la dura dictadura brasileña, y su periplo por Europa con residencia principal en París.
El documental recoge la dualidad de la biografía de Salgado: la crueldad del ser humano en la dictadura y los conflictos bélicos, y la oportunidad que deja siempre la Tierra de volver a rebrotar. La creadora y productora de proyectos fue su mujer, la arquitecto Leia que indujo la creación de la obra Génesis, y Terra, hoy un parque natural que hicieron renacer de tierras yermas. Génesis muestra cómo prácticamente el 50% del planeta se encuentra tal cual en su origen biológico.
Y todo ello es Brasil, un inmenso país, de grandes riquezas, y grandes pobrezas. Dónde un anterior presidente, Lula, permitió ponerse en cabeza del mundo desarrollado y permitió un crecimiento nunca visto para esa gran nación. Su actual presidenta, Dilma Rousseff, padeció en sus carnes la terrible represión de la cruel dictadura brasileña. Una comisión oficial indagó los abusos del régimen militar en Brasil (1964-1985) y calificó sus resultados como “graves violaciones de derechos humanos” que orientan a juzgar a los agentes políticos que los cometieron por crímenes de lesa humanidad:
“La práctica de detenciones ilegales y arbitrarias, tortura, ejecuciones, desapariciones forzadas y hasta el ocultamiento de cadáveres no es extraña a la realidad brasileña contemporánea”
Éste estudio saca a la opinión un período que hasta ahora no se ha querido recordar y que con una amnistía se quiso dar carpetazo de olvido. La investigación no tuvo ningún apoyo de las Fuerzas Armadas. Un dato sintomático de lo que aún ocurre en Brasil es que mantiene la mitilitarización de la Policía con institutos médicos propios y la cual mató a un promedio de seis personas por día entre 2009 y 2013, más que la de Estados Unidos en tres décadas.
Brasil hoy día empieza a realizar su propio proceso de memoria y recuperación de dignidad histórica. Todo un gigantesco trabajo por delante… La Sal de la Tierra…
El día que capturaron el “Che Guevara” en Bolivia, el 8 de octubre del 1967, nace, por la providencia de un profiláctico en mal estado, un particular en Sant Boi de Llobregat, capital de la salud mental reconocida internacionalmente por disponer de la “Ciudad” más grande para éstos tratamientos.
En pleno apoteosis desarrollista (y descontrolado) del franquismo, los padres, de origen andaluz, acabaron de asentarse en un barrio de cuyo nombre sí quiero recordar: Ciudad Cooperativa. Adquirieron un piso de unos 45 metros cuadrados por unas 170.000 pesetas gracias a algo ahorrado y a un préstamo avalado por la Caja de Ahorros de Cataluña y Baleares, hoy “la Caixa” (CaixaBank). Entonces éstas entidades tenían una vocación social clara.
El señor padre era trabajador de la famosa empresa de sanitarios ROCA, no tenía formación alguna, y era analfabeto funcional (aprendió a leer muy rudimentariamente en el ejército). Su vida era una entrega exclusiva a hacer horas de trabajo: cuando llegaba a casa su (posesivo) señora mujer debía tenerlo todo dispuesto para su comida, su descanso y sus enseres del trabajo. Además ella debía encargarse del cuidado de hijos (tuvieron hasta cuatro), una abuela demente, y sus aficiones (pájaros y otros animales que había que cambiar la comida, limpiar, etc.). Es decir “un modelo de familia numerosa”… de las de entonces, claro.
La educación: de la separación por género a la desorientación contemporánea
El susodicho “protagonista” de ésta memoria anónima conoció una infancia muy bien asistida por su vecindario de escalera: de crío fue “adoptado” literalmente por las “mestresses” (amas de casa en catalán) de su misma escalera de viviendas. En ella vivían doce famílias, dos de marcado acento nativo, y el resto de emigrantes del sur de la península. La covivencia y la solidaridad era un hecho que ni siquiera se discutía, la diferencia era bien querida por todos y el origen de cada cual era lo de menos.
A los cinco años, sobre el 1972, empezó a ir a “párvulos”: el colegio para niñ@s menores de seis años. En el barrio sólo había un colegio público y allí podían llegar a hacinarse hasta más de cuarenta niñ@s por clase. Si alguna anécdota de entonces sale al recuerdo es que en el tiempo de recreo, durante la vuelta a clase, a los colegiales se les hacía “formar militarmente” a golpe de silbato. En ese intermedio la jauría infantil era una muestra de una generación que pertenecía al llamado “baby boom” premiado y potenciado por el régimen.
Hasta el 1975 se especuló regularmente con el final de Franco. En los primeros cursos nuestro infante midió la escuela franquista con sus mejores galones pedagógicos: los niños y las niñas estaban separados, a la entrada a clase se rezaba y se revisaba las manos y el no comer chicle, y se probó el castigo y el palo (que un maestro los bautizaba como “la cariñosa” o “la poderosa”).
Cuando el Caudillo murió fue de obligado cumplimento el colgar en todas las paredes unos pósters de color sepia enormes en su honor, y otros a la vez sobre el nuevo Rey como bienvenida. La escuela iba a experimentar y gozar de unos años de progreso y demandas continuas durante los años siguientes: más escuelas, mixtas, más institutos, más maestros…
Muchas amistades de ésta generación acabaron enseñanzas de cultura media o profesional. Socialmente se la llegó a conocer como “generación COU”: llegaban a estar en institutos tanto tiempo como en casa les pudieran aguantar para irse a trabajar en cuanto tuvieran oportunidad. Por entonces, y nos referimos ya a los primeros años ochenta, la universidad seguía siendo cada vez menos para una minoría.
Después de rematada la transición, la entrada en el mercado común europeo supuso un salto cualitativo con años de macrocrecimiento económico en progresivas legislaturas, salvo el paréntesis de la crisis de principios de los noventa. Al convertirse el estado español oficialmente “rico”, dos factores incidieron de calado en el modelo y en el día a día de la educación en el país: la immigración masiva, hasta entonces desconocida, y la revolución tecnológica. Tras varias reformas legislativas el modelo educativo en España aún sigue sin tener un norte y ha quemado por el camino ilusiones de maestros y de la sociedad.
La figura que lo describe precisamente pasó por toda esa evolución y acabó siendo profesor por cuenta y riesgo. Al llegar a la Universidad, su etapa de enriquecimiento personal más prolífica, una de las cuestiones más dolorosas vividas fue el ver cómo los nuevos talentos de la primera década del siglo XXI debían emigrar al extranjero para intentar encontrar mejor fortuna.
La religión (y algo de família): del nacionalcatolicismo al ateísmo dubitativo
El Régimen se definía asimismo como “nacional y católico” y se
estructuraba en “Estado, Municipio y Família”. Y claro, treinta y seis
años de dictadura dejan mucho calado. De aquellos poderes concedidos a la Iglesia aún quedan enormes huellas con las que convivimos.
Así en el barrio, Ciudad Cooperativa, había un espléndido pastor, que bien se cuidaba de su comunidad y feligreses. Tal vez por eso se le llamaba “padre Cándido” y con el cuál se comulgaron muchos niños.
La maestra del primer curso de la Enseñanza General Básica (EGB) franquista obligaba a saber el Padre Nuestro y el Ave María. Durante dos años más se tuvo que coexistir con ésta realidad: a los niños se les propiciaba a sacramentarse con la comunión. Quisieras o no te daban la hostia. Las famílias humildes debían presupuestar actos de celebración: “qué bonito que estaba el nene vestido de marinerito”, aunque para diferenciar a nuestro genio se le disfrazó de cazador de safari africano. De todo ello aún colean éstas tradiciones familiares, aunque en menor escala.
La “mestressa” del figura, de la que hablamos anteriormente, igual que muchas de las de su generación, aún van a viajes del IMSERSO
(viajes para señores y señoras juvilados) a Lourdes a buscar milagros,
tienen estampitas de San Pancracio con perejil para que les de fortuna
monetaria y sus habitáculos están floridos de figuras y cuadros religiosos.
A la generación a la que pertenece el homenajeado aquí, la del “baby boom”, le cambiaron radicalmente las estructuras familiares, y la fragmanentación pasó a ser una cotidianidad: escasos o ningún hijo, divorcios, singles como foco de mercado, indiferenciación de género…
La verdad es que hoy día la práctica religiosa es en nuestra vida menos frecuente, es plural, y en algunos casos se ha procedido a hacerse apóstata o un dudoso ateo. Y en el estado español pueden llegar actualmente (2014) a contar más de siete millones de personas viviendo solas, mínimo.
Política, economía de precarización y pobreza, y patria chica
Si en la identidad personal el sentido de pertenencia territorial es
primordial, en el señor del 8 de octubre parece poliédrica. Ciudad
Cooperativa es un barrio que en un principio tuvo su administración.
Para sus miembros el municipio de Sant Boi de Llobregat no era relevante
hasta que se cedieron sus servicios durante los años ochenta.
Sant Boi de Llobregat es una villa también con un sentido esencial para el catalanismo político.
El año 1975 mientras miraba por el balcón, la madre le avisaba que se
metiera en casa, porque “la gente que inundaba las calles por millares
podrían ser malas”. Era el primer movimiento soberanista catalán que
veía: iban a celebrar el 11 de septiembre como una efeméride marcada por
la derrota de Barcelona ante Felipe V en 1714. Rafael de Casanova, enterrado en Sant Boi, fue quien mandaba las tropas.
La vida en el barrio, bien rojo por los años de la transición, era bulliciosa. Doce mil personas convivian literalmente en bloques de pisos dormitorio. Durante las primeras elecciones municipales las izquierdas como el PSUC (Partit Socialista – comunista – Unificat de Catalunya) encontraron una gran representación. Recordemos que las amistades de entonces prácticamente aprendieron ajedrez en el local de Partit dels Comunites de Catalunya (partido trostkista) y se les daba una cervecita con olivas por cien pesetas. Allí podías adquirir el primer Manifiesto Comunista que se leía por aquellos tiempos.
Cerrada la transición se empezó a conocer las reformadas institucionales del estado con gobiernos con mayorías absolutas y las nuevas instituciones autonómicas como la catalana con una demanda soberanista constante.
En mente queda cuando, mientras participaba en movimientos sociales, se observó cómo durante los casi veinticuatro años de Pujolismo se practicaron políticas de clientelismo directo en Catalunya y en los ayuntamientos un amiguismo descarado.
También empezamos a conocer la Europa comunitaria haciendo InterRail:
un sistema para poder visitar los países occidentales por tren. La
fortuna permitió que fuéramos testigos de la apertura de los países del
Este e intercambiar las primeras movilizaciones y encuentros sociales
con aquella Europa que para unos era un referente y para otros una
esclavitud comunista. Lo cierto es que de sea bipolarización internacional surgió el apogeo del Estado del Bienestar.
Pero aquí topamos con la dura realidad, con la sensación que casi siempre se ha estado en crisis. La economia liberalizadora ha dado lugar a encontrar una vida laboral precaria desde los mismos años ochenta con contratos basura o la obligación a ser autónomo. El Informe Petras lo describía entonces y la crisis profunda actual lo soslaya. Tal vez uno de los síntomas que más enraizan la realidad es ver cómo ésta misma generación se embarcó en hipotecarse literalmente hasta los muebles. Hoy la sociedad más humilde está pagando esas medicinas que nos hicieron comer.
De ahora en adelante: un mundo pequeño y frenético con menos DDHH, singularidad tecnológica y vida holística
Haremos ahora una mirada realista, pero optimista del futuro: la “felicidad depende de ti”, nos dicen. Quienes tenenemos la fortuna de una vida simplificada, dedicada a disfrutar de lo próximo, a la acción con lo global, y al placer del conocimiento compartido podemos llegar a entender ésta expresión.
Pero vamos a la realidad que rodea al personaje de éste artículo:
TRABAJO PROPIO – Se observa a amistados, hermanos y hermanas que tienen sus famílias y que sufren para poder tener un trabajo digno pues estan descavalgados del mercado laboral o forzados a trabajar por su cuenta. Se prevee que en los años veinte y treinta la mayoría de la población activa se intercambiará servicios y participarán en proyectos comunes como trabajadores independientes.
TECNOLOGIA +INTELIGENTE – Estamos sentados delante de una tablet y no reflexionamos cuando vemos que nuestros sobrinos la manejan mejor que nosotros. En Estados Unidos existe la Universidad de la Singularidad que pronostica que en dos o tres décadas más la inteligencia y el conocimiento artificial superará a la de la mente humana.
COSMOLOGIA SALUDABLE – Miras la información internacional, sea por Internet u otros medios clásicos, y vuelves a observar como se pisotean derechos elementales con conflictos armados sangrantes y millones de desplazados o con peligros de pandemias declaradas periódicamente. Y por otro lado crece, y se recupera, el conocimiento compartido en las redes de la salud preventiva y terapias naturales antes de caer en manos de la mecánica farmacólogica o de cirugía actual, y nos podemos desplazar con relativa asequibilidad por el mundo.
… hoy 8 de octubre del 2014, el mundo (occidental) se nos presenta así… y viene del descrito antes. Somos lo que hemos hecho, y la memoria hace nuestra identidad y proyecta nuestras ilusiones. No dejemos de rescatar nuestra memoria.
Los conflictos armados se encuentran cada vez ante una mayor impunidad por la debilidad creciente de las cortes internacionales, según David Albert, President of the International Center for Transitional Justice y un ex asistente del Secretario General de las Naciones Unidas.
En dos artículos argumenta la situación de declive actual después de la progresión del respeto a los derechos humanos que suposo la década de los noventa.
1. Un retroceso en la protección de los derechos humanos (artículo publicado en The Project Syndicate, 3-9-14)