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    Ida: memoria de la Polonia de la postguerra

    Pawel Pawlikowski es un director de cine polaco que se especializó en el género documental y pasó entre otros medios por la BBC.
    Después de peregrinar por Europa, y de recuperar un viejo guión acabó una película que ha sido laureada en Toronto, Gijón, Londres y Varsovia al mejor film internacional.
    Con componentes autobiográficos, Ida, título de la película en b/n, trata de una joven novicia católica que descubre sus orígenes Judíos. Se encuentra con la encantadora Wanda, su tía, que tiene un oscuro historial como abogada estalinista.
    La trama transcurre en la Polonia de principios de los años 60 dónde había cierto desarrollo cultural, como por ejemplo grupos de jazz en los que basa la banda sonora de la película.
    En el film se mezclan la limpieza que hizo el PC polaco con la población judía, el poso que dejó la terrible ocupación nazi, y la Polonia que surgía de la postguerra.

    “Siempre están presentes las dudas 

    sobre la identidad, la família, 
    la sangre, la pertenencia y la historia.”

    Trailer en castellano
    Trailer versión anglosajona
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    El escenario del absurdo: retroalimentaciones de intereses

    La Unión Europea, sólo de mercado, tiene estructuras incapaces de coordinar y gobernar una organización política sólida que tome las riendas. Apalancada en el nacionalismo económico, cada estado, sobretodo los que poseen más bienestar, intentan proteger sus paños. Los países del sur siguen siendo los condenados a pagar los pecados de éste desaguisado, que se fundamentó por una economía especulativo-crediticia en la cual se conformó un círculo vicioso entre entidades financieras, empresas globales clientelares y deslocalizadas, clase política e instituciones, y del cual aún no se sabe a ciencia cierta cómo se saldrá.

    Hace ya unos tres o cuatro años la palabra “Indignaos” pasó a formar parte de nuestro hábitat social y reivindicativo. La respuesta política a tan elevada y creciente ola de rabia está siendo o lenta o inexistente o simplemente incompetente. Mientras el deshecho social y humano sigue creciendo. Ésta extraordinaria miopía no se debe a otra cosa que a los engranajes antes descritos y que parecen inmutables.

    Es increíble que el bienestar de todo un continente, al que llamamos “viejo”, dependa del nacionalismo económico de un sólo estado, y que marque las pautas de castigos restrictivos e indiscriminados a ultranza. La “deuda soberana”, ¿es soberana para quien?¿El indicador de la “Prima de Riesgo”, a quienes les interesa?… Ésto por un lado.
    De otro lado resulta inconcebible que la estructura financiera tenga y esté dando cobertura a otro círculo vicioso de retroalimentación con el sector público: el Banco Central Europeo ofrece crédito barato a las entidades financieras que ponen como garantía los intereses resultantes de sus contratos hipotecarios, y por otro lado éstas mismas entidades son las que compran la deuda soberana a un interés más alto que el que ofrece el BCE… Luego esa deuda se convierte en otra transferencia del sector público (que realiza ingentes recortes en prestaciones) de miles de millones a éstas instituciones vampíricas que se nutren y son motor de todos éstos círculos estúpidos.

    Todo es un enorme absurdo.

    El sistema de partidos tal vez ya no tenga ningún otro sentido que el de ser coartada de controles de intereses.

    ¿Es que no se dan cuenta que la solución llega de la mano de más democracia, sinónimo de más mecanismos de participación? ¿O simplemente no interesa?. Sitios cómo Change.org, X.net… y mecanismos de organización social en red demuestran que es posible y lo permiten…

    Tenemos la generación más preparada de nuestra historia, y la estamos dando la espalda. ¿Qué miedo hay en profundizar en la democracia?. Hay que crear mecanismos institucionales de participación profunda y sólida ante tanta sabiduría acumulada. En ello encontraremos las respuestas y la salida real a un sistema descompuesto y en decadencia.